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Nando López. © Dani Piedrabuena

Blog

Nando López: Por un mundo donde las personas LGBTI sean respetadas y no corran peligro ni discriminación por el mero hecho de serlo

Por Patricia Arnáiz, Elena Gallego y Gustavo Bonache, del Equipo de Diversidad de Amnistía Internacional España,

Entrevistamos a una figura clave de la comunidad LGTBI, Nando López, que nos ha permitido imaginar historias en las que la diversidad no es una excepción en sus noveles. Dramaturgo y novelista (y también profesor durante varios años), Nando ha publicado más de treinta novelas y obras de teatro con historias generalmente invisibilizadas sobre personas LGTBI y dirigidas, en muchas ocasiones, a jóvenes adolescentes, permitiéndoles ver en los libros experiencias similares a las suyas.

Entre sus obras destacan La edad de la ira, que fue finalista al Premio Nadal (2010) y que ha sido adaptada a serie por ATRESplayer (2022); La Versión de Eric, ganadora del Premio Gran Angular (2020); Hasta nunca, Peter Pan (2020); Cuando todo era fácil (2017) o El sonido de los cuerpos (2016).

Es habitual escuchar que los jóvenes LGTBI de ahora lo tiene más fácil que los de generaciones anteriores. ¿Consideras cierta esta información? ¿Crees que el sufrimiento vivido durante la infancia y la adolescencia por ser LGTBI se supera?

Creo que la juventud actual cuenta con más referentes, pero, por desgracia, quedan muchas violencias que superar, muchos miedos, mucha exclusión y aún no hemos alcanzado la verdadera igualdad. Hay una mayor visibilidad entre la adolescencia LGBTIQ, pero sigue habiendo gente muy joven que sigue teniendo miedo a mostrarse y, lo más triste, es que hemos vivido un repunte de agresiones LGTBIfóbicas dentro y fuera de las aulas.

El bullying homofóbico y transfóbico sigue siendo una realidad y el auge de los discursos de odio (que promueven ciertos medios y partidos) está afectando gravemente a la convivencia y provocando una involución en los derechos del colectivo LGTBIQ.

Creo que el sufrimiento que se vive durante la infancia y adolescencia nos acompaña siempre. Aprendemos a transitarlo y a incorporarlo a nuestra vida, pero esas cicatrices se mantienen; por eso es muy importante que colaboremos para que la infancia y adolescencia LGTBIQ se conozca y se quiera desde el reconocimiento, los referentes y la autoestima, no desde la herida ni desde la injuria.

Aparte de la educación y de la visibilidad ¿qué crees que es importante para seguir avanzando en la lucha contra el acoso LGTBIfóbico?

Pienso que, además de la educación y la visibilidad, es fundamental que también la cultura se dirija al colectivo LGTBIQ aportando referentes, ficciones e historias que se puedan convertir en lugares seguros que utilicemos para conocernos, comprendernos y que sirvan también para que los que no son LGTBIQ empaticen con nuestra realidad y para dibujar nuestra diversidad como la única forma de realidad posible, ya que lo que nos une es esa diversidad.

También necesitamos un marco legal que condene claramente las agresiones homotransfóbicas y que no deje ninguna duda a la necesidad de educar en el respeto, en la visibilidad LGTBIQ y en la convivencia. Los derechos LGTBIQ son parte de los derechos humanos y han de ser defendidos y protegidos. En este marco legal necesitamos una justicia más sensibilizada con la realidad LGTBIQ y tenemos que mantener vivo el activismo, que es el motor que nos ha servido para conseguir nuestros derechos y para reivindicar nuestro lugar y papel en la sociedad.

Los derechos LGBTI son derechos humanos

Los derechos LGTBIQ son parte de los derechos humanos y han de ser defendidos y protegidos. © Alexander Grey by Pexels

¿Cuál crees que es la mejor manera de prevenir y/o abordar el suicidio adolescente, tema tan silenciado en nuestra sociedad? ¿Crees que es algo fácil de detectar?

Para prevenir el suicidio en adolescentes creo que lo más fácil es hablarlo, es lo más importante y es imprescindible. No podemos erradicar algo que omitimos. El tabú y el estigma que pesan sobre el suicido y la salud mental, en general, agrava mucho el problema. Hay que hablar, informar, concienciar, crear teléfonos de ayuda destinados específicamente a adolescentes. Es un problema que no se puede solventar sin una verdadera inversión en salud mental y garantizando el acceso a esa salud psicológica y psiquiátrica para cualquier persona, independientemente de sus recursos económicos. Ha de ser un servicio de primera necesidad, de atención urgente y universal.

No es un tema fácil de detectar, por eso hay que estar muy atentos a las señales que podamos percibir de la adolescencia que nos rodea y sobre todo hay que crear marcos de diálogo y convivencia donde sepan que pueden hablar y donde no se minimicen sus problemas. Para poder entender lo que les está pasando no podemos cuestionar su dolor ni su tristeza, sino que tenemos que mostrarnos receptivos ante lo que quieran contarnos porque así, quizá, podamos ayudar e interpretar esas señales que no son tan sencillas de ver.

Con respecto a tus libros, muchos de tus personajes son personas LGTBI, ¿crees que la presencia de este tipo de personajes es habitual en la literatura juvenil?

Creo que cada vez hay más personajes LGTBI tanto para adultos como para jóvenes. Yo soy una persona LGTBI y forman parte de mi realidad, y me gusta escribir sobre lo que me atañe y me inquieta. Además, en mi faceta de autor juvenil, me hace muy feliz poder ofrecer referentes a través de libros como en El río de las primeras veces, La edad de la ira o Presente imperfecto, donde en todos estos textos, que mezclan lo juvenil y lo adulto, estoy narrando vidas e historias donde se combinan distintas identidades y orientaciones. La literatura puede ser una gran aliada para crecer personalmente sin miedo y para conocernos y descubrirnos.

En muchos centros educativos tus libros no son recomendados, incluso proponerlos como lectura podría traer problemas a los docentes; sin embargo, en muchos otros centros ocurre todo lo contrario: te invitan a hablar de tus libros. ¿Cómo llevas esta situación? ¿Qué efectos posi-tivos crees que tiene para los centros escolares y para los jóvenes la lectura de tus obras?

La mayoría de los centros sí recomiendan mis libros, sólo se censuran en algunos pocos donde no hay una educación libre en cuanto a los textos literarios que se recomiendan, y se censura todo lo que tiene que ver con la visibilidad LGTBI y el feminismo. La mayoría de los centros educativos y del profesorado trabaja a favor de la visibilidad LGTBI en las aulas y de los derechos de dicho colectivo. Me siento muy afortunado de poder colaborar a través de mis libros y siento que tengo a mi alrededor una comunidad docente que me apoya y que se ha convertido en una gran aliada. Personalmente me siento muy feliz de la cantidad de mensajes que recibo de adolescentes agradeciendo mi labor, mis libros y contando cómo se identifican con mis personajes. Creo que eso es el premio más grande que me han dado nunca. También muchos y muchas jóvenes me han contado que a través de mis libros se han atrevido a hablar con sus familias y han dado el paso de ser visibles y han logrado que su entorno entienda, respete y abrace su realidad.

En tus libros aparecen muchos personajes trans, para Amnistía Internacional estas personas son una prioridad dentro del colectivo. ¿Crees que la transfobia es lo más difícil de trabajar?

Creo que la transfobia ahora está viviendo un alto repunte y es un momento muy duro para las personas trans. Me parece importante que haya personajes trans en todas las ficciones literarias, cinematográficas y televisivas, que cuenten su realidad de una manera rigurosa, pero también desde un universo complejo. Para que la literatura pueda ayudar contra la transfobia, los personajes trans tienen que ser personajes muy complejos, con muchas capas, personajes que nos hablen de su realidad en su conjunto y esa realidad va más allá de su identidad de género. Por desgracia, ahora mismo el discurso tránsfobo ha comido mucho terreno. No podemos defender los derechos LGTBI sin defender los derechos de las personas trans que son parte esencial del colectivo, de nuestra historia.

Nuestra lucha parte de manera muy protagonista por personas trans que estuvieron ahí en primera fila y es muy importante el reeducar a la sociedad y erradicar de una vez la transfobia directa e indirecta, ya que provoca mucho dolor en épocas vitales, especialmente en la infancia de las personas trans. La identidad de género se asume e identifica mucho antes que la orientación sexual normalmente, y hace que las/los menores trans puedan sufrir mucho si no reciben el apoyo de su familia y de su entorno escolar.

Por un mundo libre de LGBTIfobia

En más de 70 países donde todavía se considera delito ser LGTBI. © Polina Tankilevitch by Pexels

¿Crees que los jóvenes tienen actualmente suficientes referentes LGTBI?

Creo que cada vez hay más, pero nunca serán suficientes. Siempre necesitaremos seguir creando referentes; no solo para el colectivo LGTBI, sino referentes que aborden todos los tipos de diversidad. También necesitamos más referentes con capacidades diversas, también necesitamos más referentes con más orígenes familiares, personales, sociales. Creo que necesitamos una literatura más rica, menos normativa, para ayudar a desnormativizar la sociedad en la que vivimos y erradicar las violencias que nos atañen y que tantas personas seguimos sufriendo.

Amnistía Internacional trabaja por los derechos de las personas LGTBI como parte de los derechos humanos. ¿Consideras que es así como lo ve la mayoría de la sociedad?

Creo que todavía hay una parte de la sociedad que, por desgracia, no considera que los derechos LGTBI son derechos humanos, tal y como demuestra el hecho de que haya más de 70 países donde todavía se considera delito el ser LGTBI. Además, en países como el nuestro todavía estamos a la espera de que se apruebe una ley LGTBI que defienda y blinde nuestros derechos. Que todavía haya gente que defienda cuestiones tan indefendibles como el PIN parental para que no se hable de la realidad LGTBI en las aulas también es una muestra de que hay quien no tiene aún claro esa realidad indiscutible de que los derechos LGTBI son derechos humanos.

En este sentido yo siempre insisto en que las personas LGTBI no tenemos que agradecer la tolerancia de nadie, sino que tenemos que exigir el respeto de toda la sociedad porque eso forma parte de nuestros derechos humanos y es algo indiscutible que no admite ningún tipo de polémica, ningún tipo de debate. Por suerte, quiero creer que en países como el nuestro, la mayoría de la población opina así, pero, por desgracia, la homofobia, la transfobia y la bifobia siguen estando muy presente y aún nos queda un largo camino hasta alcanzar la igualdad real.

Pero me quedo con la idea de que estamos avanzando. El hecho de que se publiquen libros como los míos y tengan un alcance tan grande entre tantas y tantos lectores y que algunos, como La edad de la ira, hayan llegado a televisión es muy positivo; que mi teatro se estrene en muchos países también es una muestra de que, precisamente, estamos en un momento en el que la sociedad demanda referentes, en el que la sociedad demanda avanzar, y en el que quizá el repunte de la homofobia y de la transfobia tiene que ver con esa crispación de esa minoría que odia y que no tolera, que no soporta que esté avanzando tanto la visibilidad de una manera, por suerte, ya irreversible.

 

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