Hace unos días el mundo se llevaba las manos a la cabeza por lo sucedido en el combate entre la argelina Imane Khelif y la italiana Angela Carini en la categoría de hasta 66 kilos. A los 46 segundos del comienzo, y tras recibir un golpe, la italiana se retiró; “Me duele muchísimo. Nunca había sentido un puñetazo como este”, manifestó después.
Al día siguiente, la taiwanesa Lin Yu-Ting saltó al ring para pelear contra la uzbeka Sitora Turdibekova en la categoría de hasta 57 kilos. Tanto Imane Khelif como Lin Yu-Ting han seguido avanzando rondas y se han clasificado para las finales de sus respectivas categorias. Khelif luchará el viernes 9 y Yu-Ting lo hará el sábado 10; las dos con el mismo objetivo: alcanzar el puesto más alto del podio.
Lin Yu-Ting durante su semifinal femenina de 57 kg contra Esra Yildiz Kahraman en los Juegos Olímpicos de París, 7 de agosto de 2024. © Ulrik Pedersen/Cal Sport Media)
Además de compartir la posibilidad de ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, Imane y Lin comparten otra situación: se han convertido en víctimas de una avalancha de desinformación, odio y abuso en los medios de comunicación y las redes sociales, en la que han participado celebridades, políticos y comentaristas. Se han confundido deliberadamente los géneros y todo ha sido empañado por una fuerte carga racista, sexista y transfóbica, aunque hay que tener en cuenta que ninguna de las dos mujeres es transgénero.
Así como el caso de Lin Yu-Ting ha tenido menos recorrido, el de Imane Khelif ha desatado una oleada de críticas y comentarios desafortunados. Khelif fue cuestionada, incluso por Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, que al ser preguntada, afirmó que “los atletas que tienen características genéticas masculinas no deberían ser admitidos en competiciones femeninas”. La propia Carini, consciente del revuelo despertado, salió al paso de las críticas y se disculpó por sus comentarios, alegando que los había hecho en el momento, y dijo que "abrazaría" a Imane si volvía a verla. El Comité Olímpico Internacional (COI) también tuvo que salir al frente de las críticas, unas críticas que "no se parecen a nada que hayamos visto antes".
Tanto Imane como Lin llevan compitiendo en eventos internacionales oficiales de boxeo femenino desde 2017 y 2018, incluidos los Juegos Olímpicos de Tokio celebrados en 2021. Nunca han dominado este deporte y han sido derrotadas por rivales en numerosas ocasiones. Ambas nacieron y crecieron como niñas y han competido como mujeres; ninguna ha hecho la transición, pero tras el combate de Khelif contra Carini, las redes se llenaron de mensajes afirmando que Imane era una persona transgénero, y que no debía competir.
¿Qué dicen las normas deportivas al respecto?
Retrocedamos a 2023. Ese año, tanto Imane como Lin fueron descalificadas de los Campeonatos del Mundo de 2023 organizados por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), que ha alegaba que "no superaron" una prueba de elegibilidad de género, diciendo que las mujeres tenían cromosomas XY. Por su parte, el COI ha afirmado que esas pruebas estaban viciadas, eran ilegítimas y carecían de credibilidad. Es importante destacar y poner en contexto que la IBA ha sido suspendida por el COI desde 2019 debido a una serie de preocupaciones vinculadas a la corrupción y los vínculos con las autoridades rusas, y es considerada desacreditada por muchos. Como resultado de la suspensión de la IBA, el COI se hizo cargo de la gestión del boxeo para los Juegos Olímpicos de París. Utilizó las mismas normas que se aplicaron en los Juegos Olímpicos de Tokio, aplicando la definición legal de género que figura en el pasaporte y sin imponer ninguna prueba de "elegibilidad" para determinar si alguna mujer podía tener diferencias en el desarrollo sexual.
La argelina Imane Khelif durante su combate de boxeo en los octavos de final de la competición preliminar femenina de 66 kg durante los Juegos Olímpicos de París 2024.
Blondet Eliot/ABACA/ShuttersAdemás de las normas de las instituciones deportivas, también podemos recurrir a la opinión de personalidades expertas de Naciones Unidas, que han destacado que “la práctica del deporte es un derecho humano” y “cualquier limitación al derecho de cualquier mujer, incluidas las mujeres trans e intersexuales, a participar en el deporte como parte de su derecho a participar en la vida cultural, debe por tanto determinarse por ley, cumplir los estrictos criterios de necesidad y proporcionalidad, y representar la medida menos restrictiva para alcanzar un objetivo legítimo”.
El propio Comité Olímpico Internacional tiene un "Marco sobre equidad, inclusión y no discriminación por motivos de identidad de género y variaciones sexuales", que se elaboró tras celebrar consultas con atletas transexuales e intersexuales y, aunque no es vinculante y está abierto a la interpretación, a menudo se considera la "mejor herramienta disponible" para garantizar que las normas de derechos humanos son fundamentales en las decisiones de elegibilidad. Este Marco subraya que "toda persona tiene derecho a practicar deporte sin discriminación y de una manera que respete su salud, seguridad y dignidad", y que los y las atletas no deben ser excluidos sistemáticamente por su identidad de género, apariencia física o características sexuales. Además, especifica que cuando los organismos deportivos elaboren normas de elegibilidad, deben hacerlo de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos, garantizar una consulta efectiva con los y las deportistas afectadas y basar sus decisiones en pruebas sólidas. Es fundamental que, además, no sean sometidas a pruebas selectivas o invasivas, ni presionadas para someterse a intervenciones médicas o quirúrgicas innecesarias. El Marco también subraya la necesidad de respetar su consentimiento, su privacidad y considerar formas alternativas de competir.
El debate sobre la participación de mujeres y niñas transexuales e intersexuales en el deporte
Es innegable que este debate existe, pero se trata de una discusión a menudo tóxica, instrumentalizada por grupos que se oponen a la inclusión, que perpetúa estereotipos nocivos y erróneos, y que puede provocar graves daños sociales e individuales a personas que ya son vulnerables a la exclusión y la discriminación. Además, también puede distraer la atención de muchos otros graves problemas de derechos humanos a los que se enfrentan todas las mujeres en el deporte, como la violencia, el acoso, los abusos, la discriminación y otras importantes barreras al acceso y la igualdad.
Campeonato del Mundo de Atletismo de Londres. Final de 800 metros femeninos. Caster Semenya (Sudáfrica) se hace una foto con una familia tras ganar la medalla de oro.
Colorsport/Andrew CowieLo hemos visto en el pasado. En el Campeonato del Mundo celebrado en Berlín en 2009, Caster Semenya revolucionó el mundo del atletismo con su dominio en la prueba de 800 metros. Pero no solo sus marcas llamaron la atención. Las acusaciones de que podría ser un hombre se sucedieron. La propia Federación Internacional de Atletismo (IAAF) suspendió provisionalmente la licencia de Caster. En 2011, la IAAF permitió a Semenya volver a competir. Se alzó con la victoria en los mundiales de 2011 y 2017, además de ganar el oro en los Juegos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. En 2018, la IAAF endureció sus normas y le prohibió competir. Semenya demandó a la Federación y en mayo de 2023, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos estableció que la atleta sudafricana había sido objeto de discriminación.
Está claro que ni Imane Khelif ni Lin Yu-Ting han infringido norma alguna y el Comité Olímpico Internacional ha confirmado que cumplen los criterios de elegibilidad para los Juegos Olímpicos de París. ¿Por qué entonces tanta polémica?
Los abusos a los que Imane y Lin se han enfrentado, no solo en las redes sociales, son un ejemplo profundamente preocupante del discurso tóxico que está causando un daño real en el deporte femenino y en la sociedad
Los abusos a los que Imane y Lin se han enfrentado, no solo en las redes sociales, son un ejemplo profundamente preocupante del discurso tóxico que está causando un daño real en el deporte femenino y en la sociedad. Imane fue subcampeona del mundo en 2022, y en los Juegos de Tokio en 2021, obtuvo un diploma olímpico al quedar en quinto puesto. Nadie se quejó entonces. Lin es una boxeadora más veterana y cuenta ya con hasta dos campeonatos del mundo, el más reciente en 2022. Como en el caso de Imane, nadie se quejó por aquel entonces.
Ahora, cuando las dos están cerca de hacer realidad su sueño y colgarse una medalla de oro, tienen que defenderse, no solo de los golpes de sus rivales, sino de los de una parte de la sociedad que no entiende que Imane Khelif y Lin Yu-ting deben ser tratadas con dignidad y respeto, como cualquier otra atleta que estos días lucha por alcanzar su sueño olímpico.