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Imagen de una mujer pintando un óleo generada por inteligencia artificial

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El arte como testigo: 9 obras icónicas que representan la lucha por la justicia social

Mireya Cidón, Responsable de Edición en Amnistía Internacional España,

El arte no solo refleja belleza, emociones o estilos: también es una forma poderosa de mirar el mundo y entender sus desigualdades. Cuando lo observamos a través de las gafas de los derechos humanos, descubrimos mucho más que formas y colores: vemos historias de resistencia, gritos silenciados, demandas de justicia y anhelos de libertad.

A lo largo del tiempo, muchas obras han capturado momentos clave de la historia, han denunciado abusos y han puesto el foco en realidades que durante demasiado tiempo fueron ignoradas.

Estas nueve piezas son prueba de ello y aún nos conmueven con la misma intensidad, recordándonos que la dignidad humana también puede expresarse —y defenderse— en un lienzo.

1.- La libertad de expresión, de Norman Rockwell

Collage del cuadro Libertad de Expresión de Norman Rockwell

Collage del cuadro La Libertad de Expresión de Norman Rockwell. Dominio público

La obra La libertad de expresión (1943) de Norman Rockwell es un icono de la lucha por uno de los derechos humanos más fundamentales: la libertad de expresión. Esta pintura, creada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, fue parte de una serie de cuatro cuadros encargados por el gobierno de Estados Unidos para promover los ideales democráticos en medio del conflicto bélico mundial.

En la obra, un hombre común, un ciudadano de clase baja, se levanta para compartir su opinión en una reunión pública. No es un orador famoso ni una figura de poder, sino alguien que representa a todas aquellas personas que sin importar su posición en la sociedad tienen derecho a hablar y ser escuchadas.

Lo que hace que La libertad de expresión sea tan poderosa es que Rockwell representó un derecho humano esencial. En muchos países, este derecho no está garantizado y las personas pueden ser perseguidas, encarceladas o incluso asesinadas por simplemente hablar en contra de las injusticias del gobierno o de quienes están en el poder.

2.- El Guernica, de Picasso

Cuadro de El Guernica en el Reina Sofía

El Guernica en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. © PITAMITZ/SIPA

El Guernica es mucho más que una pintura; es un símbolo universal de la lucha por los derechos humanos y la justicia social. Pablo Ruiz Picasso lo creó en respuesta al bombardeo de Guernica, en el País Vasco, el 26 de abril de 1937, durante la Guerra Civil española. Aquel ataque, perpetrado por la aviación alemana de la Luftwaffe con el apoyo de las fuerzas franquistas, dejó la ciudad en ruinas y se cobró la vida de cientos de personas inocentes.

Profundamente conmocionado por la tragedia, Picasso plasmó en un enorme lienzo de casi ocho metros de largo y tres de alto el sufrimiento humano provocado por la guerra. Lejos de una representación literal, recurrió al cubismo y el surrealismo para deformar las figuras y deshumanizarlas, creando una escena de caos, dolor y desesperación que captura el impacto devastador de la violencia y la injusticia.

Con el tiempo, el Guernica ha trascendido su origen histórico para convertirse en un poderoso símbolo contra la opresión y la guerra, recordándonos —aún hoy— que la memoria y la reparación son esenciales para construir un mundo más justo.

3.- Autorretrato en un Bugatti verde, de Tamara de Lempicka

Collage con el cuadro El autorretrato en un bugatti verde de Lempicka

Collage con el autorretrato en un Bugatti verde de Tamara de Lempicka. La imagen central del collage: LASKI/SIPA

El autorretrato en un Bugatti verde de Tamara de Lempicka, pintado en 1929, es una de las obras más emblemáticas de la artista y refleja su enfoque innovador sobre la figura femenina.

En este autorretrato, Lempicka se muestra como una mujer moderna, poderosa y autosuficiente, en un contexto completamente fuera de las normas de la época. Al optar por una postura desafiante y ser retratada al volante de un Bugatti verde —un símbolo de riqueza, poder y éxito en la década de 1920—, Lempicka subraya la independencia de las mujeres, una idea revolucionaria en tiempos donde el rol de la mujer en la sociedad estaba muy restringido.

En sus obras, Lempicka representaba a las mujeres como figuras fuertes y sensuales, a menudo con una mirada desafiante. Estas mujeres, a menudo independientes y seguras de sí mismas, son una ruptura con la representación sumisa y pasiva que era común en el arte de la época. Este enfoque de la artista se puede considerar como una forma de resistencia a los roles tradicionales de género impuestos por la sociedad, que limitaban las oportunidades y las expectativas para las mujeres. Al igual que otras figuras del arte y la cultura que han contribuido a la visibilización y empoderamiento femenino, Lempicka, con su estilo inconfundible, dejó claro que las mujeres tienen el derecho de ser dueñas de su destino, desafiando las normas y reclamando su lugar en el mundo.

4.- El Grito, de Edvard Munch

Collage con el cuadro de El Grito de Edvard Munch

Collage con El Grito de Edvard Munch. Dominio público

El Grito de Edvard Munch (1893) es una de las obras más icónicas y desgarradoras de la historia del arte, y al mismo tiempo, una representación visual del sufrimiento humano, de ese grito interno que podemos sentir cuando el peso del mundo parece insostenible. La figura que aparece en la pintura, envuelta en desesperación y angustia, parece representar ese momento en el que una persona se ve atrapada en sus propios miedos, ansiedades y desesperanza.

El Grito nos puede recordar que el sufrimiento mental no debe ser ignorado ni minimizado. La salud mental no es solo una cuestión individual, sino un derecho humano fundamental. Como la figura desesperada en la obra de Munch, muchas personas siguen gritando en silencio, atrapadas en la soledad de su dolor. La obra de Munch es un recordatorio de que debemos escuchar esos gritos y, lo más importante, actuar.

5.- Las Espigadoras, de Jean-François Millet

Las Espigadoras de Jean François Millet

Las Espigadoras de Jean-François Millet. Dominio público

Las Espigadoras de Jean-François Millet, pintada en 1857, es una obra profundamente conmovedora que refleja las desigualdades sociales y económicas de la época, pero que, además, encierra un mensaje poderoso sobre la dignidad humana y el trabajo. En esta pintura, Millet retrata a tres mujeres rurales que recogen las espigas de trigo que han quedado en el campo después de la cosecha, una tarea que representaba el último esfuerzo de los más pobres para obtener algo de sustento.

Aunque la escena muestra el trabajo arduo y casi invisible de estas mujeres, también ofrece una reflexión sobre la dignidad del trabajo. En términos de derechos humanos, Las Espigadoras nos recuerda la importancia de reconocer y valorar los trabajos invisibles, especialmente aquellos realizados por mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Las mujeres que aparecen en el cuadro no son solo trabajadoras; son sobrevivientes. En el contexto actual, podemos relacionar esta obra con la lucha por los derechos laborales, el derecho a una remuneración justa y la necesidad de una protección social que garantice la dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su género o estatus social.

6.- El barco de los esclavos, de J.M.W. Turner

El barco de los esclavos de Turner

El barco de los esclavos de J.M.W. Turner. Dominio público

La obra El barco de los esclavos de J.M.W. Turner, pintada en 1840, es una obra poderosa y conmovedora que denuncia los horrores del comercio transatlántico de esclavos. En el cuadro, Turner retrata una escena de naufragio, pero en el fondo se puede ver una inquietante representación de los esclavos arrojados al mar.

La pintura está basada en hechos reales pues se cree que Turner se inspiró en una historia documentada de un barco de esclavos, el Zong, que en 1781 arrojó a más de 130 esclavos al mar para cobrar el seguro por su pérdida.

El barco de los esclavos se interpreta como una feroz crítica al sistema de la esclavitud y sus devastadoras consecuencias. Los cuerpos de los esclavos en el cuadro son símbolos del sufrimiento humano, de la deshumanización y del racismo inherente al sistema que los trataba como propiedad en lugar de como seres humanos. Esta obra nos hace reflexionar sobre las continuas luchas por la igualdad y la justicia racial.

7.- La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix

La libertad guiando al pueblo, cuadro de Eugene Delacroix

La libertad guiando al pueblo Eugène Delacroix. Dominio público

La libertad guiando al pueblo, pintada por Eugène Delacroix en 1830 es una de esas obras que enciende una llama de rebelión y esperanza. En esta pintura, la libertad se presenta como una figura femenina, desbordante de energía y fuerza. Delacroix pintó la visión de un pueblo que se levanta, que se une y desafía el poder de los opresores para alcanzar la justicia.

El símbolo de la libertad, con su capacidad de inspirar y movilizar, está más presente que nunca. Su mensaje trasciende el tiempo y el espacio porque la lucha por la libertad es universal. En cada rincón del mundo, hay personas que siguen luchando por su derecho a la libertad, por su derecho a vivir sin miedo. Y aunque la pintura de Delacroix hace referencia a una revolución específica se puede vincular su fuerza simbólica con la igualdad y la libertad defendidas desde el respeto por los derechos humanos.

8.- Los fusilamientos del 3 de mayo, de Francisco de Goya

Cuadro de los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya

Los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya. Dominio público

Pintada en 1814, esta obra no solo fue un grito de denuncia contra la violencia de la ocupación napoleónica en España, sino una bofetada a la cara de la impunidad. Goya pintó a los soldados como figuras sombrías y frías y los presentó como autómatas, deshumanizados y sin remordimientos. Lo mismo que pasa hoy cuando los gobiernos autoritarios o los grupos armados hacen lo mismo fuera del marco legal ejecutando sin juicio, sin derecho y sin conciencia.

Goya usó el arte como una forma de resistencia, buscando poner de manifiesto las injusticias de su tiempo, denunciando la brutalidad de las autoridades de la época y cuestionando la impunidad con la que se cometen estos actos de violencia. Aunque la obra retrata un hecho de hace más de 200 años, la lección sigue siendo la misma: la violencia y la injusticia no deben ser toleradas. Hoy, su pintura nos desafía a no mirar para otro lado cuando las injusticias ocurren, a alzar nuestra voz contra la opresión y a defender los derechos humanos en todo el mundo.

9.- Autorretrato con dos alumnas, de Adelaide Labille-Guiard

Collage

Collage con el cuadro El Autorretrato con dos alumnas de Adelaide Labille-Guiard. Dominio público

El Autorretrato con dos alumnas (ca. 1800) de Adelaide Labille-Guiard es una obra fundamental en el contexto de la historia del arte. La autora, una de las artistas más destacadas del siglo XVIII, trabajó en un entorno donde las mujeres no eran aceptadas en un mundo artístico dominado por hombres.

En la pintura, se muestra junto a dos de sus alumnas, subrayando su papel como mentora. Las tres figuras transmiten respeto y dignidad, y reflejan empoderamiento y aprendizaje. La escena cobra especial relevancia al considerar que en esa época las mujeres tenían prohibido el ingreso a la Real Academia de Pintura y Escultura de París y no podían acceder a la formación artística formal. Representar a sus alumnas como iguales fue un gesto de solidaridad y una defensa del derecho a la educación sin distinción de género.

Ligado a los derechos humanos, este cuadro se convierte en un símbolo de la lucha por la igualdad de género en el ámbito profesional y educativo. Adélaïde Labille-Guiard defendió el derecho de las mujeres a ser artistas, a tener acceso a la formación y a ser visibles en el arte. 

 

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