Eran las 8:45 de la noche cuando sonó el teléfono. “Ali ya no está en Salfit, ha huido a Israel”, dijo la voz ronca de un agente de seguridad palestino al otro lado de la línea. Esa llamada telefónica el 12 de marzo de 2002 fue la última información oficial que recibió la familia Al Khdair sobre su hijo y hermano Ali. Quince años después, aún esperan averiguar si Ali al Khdair está vivo o muerto y qué le pasó realmente.
Unos agentes de seguridad palestinos detuvieron a Ali y a otros cinco hombres palestinos en sus domicilios entre febrero y agosto de 2001. Estuvieron 13 meses recluidos en un centro de detención dirigido por el Servicio General de Seguridad (GIS) de la ciudad de Salfit, en el centro de Cisjordania. Según sus familias, dijeron que habían sido sometidos a tortura y otros malos tratos bajo custodia. Sus familias afirman que los agentes de seguridad palestinos que los detuvieron los acusaron de colaborar con los servicios de inteligencia israelíes. Sin embargo, no hay noticia de que se hayan formulado cargos contra ellos, y nunca fueron enjuiciados. Los seis hombres se desvanecieron sin dejar rastro en 2002. Estuvieron 13 meses bajo custodia del servicio de inteligencia palestino en Cisjordania. Quince años después, siguen desaparecidos. En realidad, las personas objeto de desaparición forzada no se han desvanecido sin más. Su suerte y paradero están ocultos al mundo exterior, pero alguien los conoce. Alguien es responsable de estos crímenes. Hasta la fecha, las autoridades palestinas no han investigado las denuncias de tortura de los seis desaparecidos y nadie ha comparecido ante la justicia para responder de su desaparición forzada.Inaam, hermana de Ali, recibió la noticia de la supuesta “fuga” con sorpresa e incredulidad. Había visto a su hermano apenas cinco días antes. Durante la visita semanal, rezaron para que terminara su pesadilla y Ali recuperase pronto su libertad. Inaam dice que la versión que les han dado de la “fuga” de Ali no encaja con lo que oyeron que había sucedido al día siguiente en el centro de detención de Salfit: que todos los detenidos habían sido puestos en libertad. “¿Por qué pusieron en libertad a todos y sólo estos seis hombres no aparecen en ninguna parte?”, me dijo esta semana por teléfono desde Salfit. “Sólo Dios sabe lo que les hicieron”. El día de su detención, el 9 de febrero de 2001, Ali acababa de cumplir 26 años. Inaam dijo que era un “hombre sencillo” que trabajaba como constructor, y que la familia dependía de él económicamente. “La gente tiene miedo tanto de la Autoridad Palestina como de Israel”, añadió. “Aquí los seres humanos no valen nada”. Inaam contó que cuando visitó a su hermano bajo custodia había visto marcas de quemaduras de cigarrillo en su cuerpo y hematomas en las manos y los pies, donde Ali dijo que había estado en posturas dolorosas y lo habían golpeado. Cuando Amnistía Internacional expuso el caso de estos hombres ante las autoridades palestinas, incluido el director GIS, el teniente Majid Faraj, durante una visita a los Territorios Palestinos Ocupados en 2014, éste reconoció la necesidad de que las autoridades abordasen el asunto, pero no facilitó detalles sobre las medidas que iban a tomar o los plazos en los que se tomarían. Amnistía Internacional no ha recibido ninguna nueva noticia desde entonces.Quince años después de su desaparición, el legado de impunidad sigue alimentando los abusos que perpetran las fuerzas de seguridad palestinas. La tortura y otros malos tratos de detenidos siguen siendo habituales en los centros de detención palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza.“las personas objeto de desaparición forzada no se han desvanecido sin más. Su suerte y paradero están ocultos al mundo exterior, pero alguien los conoce. Alguien es responsable de estos crímenes.”
Nadine Marroushi
Un policía de frontera israelí lanza gas lacrimógeno durante los enfrentamientos que siguieron a la protesta por la muerte del militante palestino Basel al Araj. © AP Photo/Majdi Mohammed
