El movimiento de liberación LGTBI encontró en España un terreno de apertura social que, abonado de activismo y de voluntad política, se convirtió en referente mundial. Parecía mentira que aquí, donde aún son lacra la desigualdad de género y la violencia machista, se pudiera ir por delante en el reconocimiento de esa igualdad legal. Pero sucedió: en junio de 2005, el Congreso de los Diputados aprobó el derecho a casarse de dos mujeres o dos hombres, y pasamos a ser el primer país del mundo donde entró vigor el matrimonio igualitario. Aquella ley restituía una dignidad vulnerada y, al no discriminar a sus miembros, posibilitaba una sociedad más justa y feliz.
Pero si la ley es pilar básico en el edificio social, también lo es la conciencia y la voluntad de ser. Y algo está fallando, que nos obliga a recordar que los derechos humanos (no otra cosa son los derechos LGTBI) siguen siendo vulnerados y debemos seguir defendiéndolos. En España hay discriminación por orientación sexual e identidad de género y se manifiesta en todos los espacios de relación común. Tiene su más violenta expresión en las agresiones y crímenes de odio, que han aumentado en los últimos años de manera tan preocupante como su gran invisibilidad. Los colectivos reivindican una Ley de Igualdad LGTBI que proteja de estas violencias. En particular, las que sufren las personas trans. En algunas comunidades autónomas aún son consideradas legalmente enfermas, por lo que es imprescindible su despatologización y el reconocimiento a la autodeterminación de la identidad y la expresión de género. Urge la protección de estos derechos porque hay discriminación en todos los ámbitos: el familiar (aunque hoy son las familias de las y los menores quienes se movilizan por su inclusión), el sanitario, el laboral. Ni siquiera existen protocolos en los centros educativos donde se forman y conviven nuestros niños y niñas. Los propios profesionales de educación, sanidad o servicios sociales no reciben la formación necesaria para fomentar comportamientos de género no normativos y garantizar la plena igualdad de trato.Urge consolidar el compromiso con los derechos humanos LGTBI. La discriminación vigente demuestra que no se puede dar por ganada una lucha que aún se enfrenta a la dominación del sistema heteropatriarcal. En el siglo XXI no es admisible que las normas de ese modelo, violento y opresor, sean las que determinen a quién amas, a quién deseas, quién eres o cómo eliges mostrarte. Está en juego la dignidad, la vida, de muchas personas. También niñas y niños. También hijas e hijos de personas LGTBI. También migrantes que buscan refugio porque huyen de violencias semejantes. Urge decidir si queremos ser una sociedad más justa, inclusiva y solidaria, o menos. Para ello, el movimiento de liberación LGTBI debe volver a recibir el apoyo unánime de la sociedad española, que se traducirá en voluntad política. El World Pride se celebrará en Madrid en 2017 y coincidirá con el EuroPride. Será buena ocasión para visibilizar las reivindicaciones pendientes, que afectan cada día a las personas LGTBI. Ruth Toledano es periodista y poeta. Primera mujer cronista oficial de la Villa de Madrid. Su compromiso con la causa LGBTI ha sido reconocido con varios premios: Triángulo Rosa 2002, Premio Periodismo Cogam 2009, Premio a la trayectoria profesional AET-Transexualia 2011 y Pluma de la FELGTB 2014.“En el siglo XXI no es admisible que las normas de ese modelo, violento y opresor, sean las que determinen a quién amas, a quién deseas, quién eres o cómo eliges mostrarte.”
Ruth Toledano, periodista y poeta