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Destrucción y muerte en la conmemoración del levantamiento

Imagen de la plaza de Tahrir en el segundo aniversario de la Revolución del 25 de Enero. © Kodak Agfa
Los relatos de testigos presenciales recopilados por Amnistía Internacional en Egipto apuntan al uso innecesario de medios letales por parte de las fuerzas de seguridad en los enfrentamientos con manifestantes durante el fin de semana.

Después de la violencia registrada durante tres días, que se ha cobrado la vida de al menos 45 personas y ha dejado más de 1.000 heridos, Amnistía Internacional ha pedido el fin del uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad y ha instado a las fuerzas de seguridad egipcias a abstenerse de emplear medios letales a menos que sea inevitable para proteger vidas.

La persona enviada por Amnistía Internacional para investigar los homicidios de Suez reunió alarmantes relatos de testigos sobre el uso de fuerza excesiva, que incluían algunos casos en que las fuerzas de seguridad habían usado medios letales cuando no era estrictamente necesario para proteger vidas, incluso cuando los manifestantes no representaban un peligro inminente para ellos ni para otras personas.

Las fuerzas de seguridad vulneraron también la legislación egipcia que, si bien dista de cumplir las normas internacionales, establece ciertos límites sobre el uso de armas de fuego por parte de la policía y que, entre otras cosas, obliga a emitir avisos audibles y a apuntar las armas a los pies.

“Ante la continuación de las protestas hoy para conmemorar la jornada más sangrienta de la ‘Revolución del 25 de Enero’, las autoridades egipcias deben dar órdenes claras de respetar la libertad de reunión pacífica y evitar el uso de fuerza excesiva o innecesaria a las fuerzas encargadas de controlar las manifestaciones”, ha afirmado la directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África, Hassiba Hadj Sahraoui.

“Deben dejar absolutamente claro que se llevará ante la justicia a todo el que haga uso arbitrario y excesivo de la fuerza.”

“El recurso a la violencia por parte de algunos manifestantes no da carta blanca a la policía para disparar y golpear a manifestantes. Todo esto se produce en el contexto de varios decenios de actuación impune por parte de las fuerzas de seguridad, que en algunos casos ha incluido la comisión de asesinatos.”

Al menos nueve personas, entre ellas un miembro de las fuerzas de seguridad, perdieron la vida en Suez la noche del 25 de enero.

Según contaron manifestantes a Amnistía Internacional, las fuerzas de seguridad dispararon gas lacrimógeno poco después de que miles de personas –hombres, mujeres y niños– concluyeran una marcha hasta la Dirección de Seguridad de Suez.

Según informes, la intención de las fuerzas de seguridad era evitar que los manifestantes irrumpieran en el edificio.

Se produjo una escalada de la violencia cuando un miembro de las fuerzas de seguridad, al parecer un recluta de la policía antidisturbios, resultó gravemente herido en el cuello al ser alcanzado por una bengala que había disparado presuntamente un manifestante.

Los manifestantes contaron a Amnistía Internacional que, en ese momento, la policía antidisturbios “entró en pánico” y empezó a disparar al azar y a perseguir a los manifestantes que huían, causando ocho muertes más, según fuentes médicas, la mayoría en las proximidades de la sede de la gobernación.

El 26 de enero llegó a Suez desde El Cairo un equipo de peritos patólogos para realizar las autopsias en presencia de miembros de la fiscalía militar.
Según declaraciones del director del equipo, Ihsan Kamil Georges, citadas en el sitio web del periódico estatal Al Ahram, se disparó munición real contra los manifestantes de Suez, en algunos casos a corta distancia y por la espalda.

Amnistía Internacional está reuniendo testimonios sobre el uso innecesario y excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad mientras prosiguen los disturbios: • Ahmed Fawzi contó a Amnistía Internacional que iba conduciendo su motocicleta cuando su amigo Mostafa Mohamed Aid, de 16 años, que iba sentado detrás, recibió un disparo mortal en el riñón.
• A Mahmoud Nabil, de 25 años, le dispararon cuando estaba en su vehículo en el paseo marítimo, lejos de los enfrentamientos entre policía y manifestantes, según afirmaron activistas locales en Suez.
• Amnistía Internacional examinó también las manchas de sangre que había a la entrada de un edificio de la calle de los Mártires, lejos de la sede de la gobernación, donde, según residentes locales, las fuerzas de seguridad habían disparado a un manifestante.
• Unos manifestantes contaron a Amnistía Internacional que miembros de las fuerzas de seguridad los habían perseguido hasta el interior del Hospital General de Suez sobre las diez de la noche, disparando al azar.

“Las primeras muertes de manifestantes por disparos de la policía en la ‘Revolución del 25 de enero’ tuvieron lugar en Suez. Es una tragedia que, cuando se cumplen exactamente dos años de aquello, no se haya castigado a nadie por sus muertes y en cambio otros manifestantes hayan sido víctimas de homicidio ilegítimo a manos de las fuerzas de seguridad”, ha afirmado Hadj Sahraoui.

Según activistas locales, se detuvo a seis personas en relación con los violentos sucesos, incluido un miembro de las fuerzas de seguridad, y la fiscalía anunció investigaciones sobre la violencia.

La decisión de un tribunal cairota de remitir al gran muftí los expedientes de 21 acusados de responsabilidad en la muerte de 73 personas durante un partido de fútbol para que ratificara sus sentencias de muerte también desencadenó violentos enfrentamientos en Port Said el 26 de enero.

Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos por considerar que es una violación del derecho a la vida y una pena cruel, inhumana y degradante en grado máximo.

Para protestar por lo que consideraban una decisión injusta, los simpatizantes de los acusados se enfrentaron violentamente a las fuerzas de seguridad en los alrededores de la cárcel de Port Said, donde permanecían recluidos los acusados.

Según la Dirección de Salud de Port Said, unas 31 personas murieron y 322 resultaron heridas a causa de la violencia desatada el 26 de enero. Al menos había dos miembros de las fuerzas de seguridad entre las víctimas mortales.

Según la Dirección, otras 5 personas perdieron la vida y 536 resultaron heridas por disparos de agresores desconocidos durante los cortejos fúnebres el 27 de enero. Los residentes locales calculan que el número de muertos fue mayor. Amnistía Internacional documentó la llegada de más cadáveres al depósito a media tarde del 28 de enero. Los manifestantes contaron a la organización que pensaban incumplir el toque de queda y permanecer en las calles, mientras continúan los enfrentamientos en el exterior de comisarías de policía locales.

Durante el fin de semana también hubo ataques contra varias instalaciones y sedes oficiales relacionadas con la Hermandad Musulmana.

El 27 de enero, el Ministerio del Interior anunció que había 120 personas bajo custodia en relación con los disturbios en todo el país.

“Las autoridades egipcias deben garantizar que las investigaciones sobre estas trágicas muertes las realiza un organismo independiente e imparcial que no esté relacionado con ellas, y que todos los responsables comparecen ante un tribunal”, ha afirmado Hassiba Hadj Sahraoui.

“En todo caso, los acontecimientos recientes en Egipto demuestran que no hay manera de avanzar si no existe verdadera rendición de cuentas por los abusos policiales ni se garantiza justicia impartida por un poder judicial independiente.”

El 27 de enero, el presidente Morsi declaró el estado de excepción durante un mes e impuso el toque de queda en las provincias de Suez, Ismailia y Port Said.

Asimismo afirmó que estaba dispuesto a tomar más medidas y que no dudaría en hacer “mucho más por el bien de Egipto”. También se han desplegado efectivos del ejército para restablecer el orden.

Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades egipcias que consideren si no sería más adecuado adoptar medidas menos engorrosas para restablecer el orden.

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