Acto buscando justicia para el asesinato de Marielle Franco. © Fernando Figueiredo Silva
Esta campaña ha finalizado. Pero puedes ver el trabajo que seguimos haciendo para proteger a los defensores y defensoras de derechos humanos en otras páginas de nuestra web.
Valiente es la campaña mundial de Amnistía Internacional para detener la ola de ataques contra quienes defienden los derechos humanos. Los defensores y las defensoras corren un grave peligro en todo el mundo. Y va en aumento.
Actualmente, hombres y mujeres de todo el mundo asumen riesgos enormes para defender nuestros derechos. Pueden ser docentes, estudiantes, opositores políticos, trabajadores y trabajadoras de fábricas, periodistas, profesionales de la abogacía, etc. Puedes ser tú, tus familiares o tus amistades.
A esas personas se las acosa, tortura, encarcela, e incluso se las mata, simplemente por atreverse a alzar la voz por lo que es correcto. Sin su valentía, el mundo sería menos justo y menos igualitario. Debemos respaldar a quienes defienden los derechos humanos en todo el mundo... y hacer todo lo posible para que estén a salvo.
Podemos encontrar la chispa de coraje que todos y todas tenemos para alzar la voz por lo que es correcto. Podemos tuitear. Podemos protestar. Podemos escribir cartas. Podemos dar testimonio. Y juntos podemos actuar como una sola persona, codo con codo con los defensores y defensoras de los derechos humanos, para luchar contra la injusticia y construir un mundo más justo.
“Los defensores y defensoras de los derechos humanos sufren acoso, tortura, encarcelamiento, e incluso se los mata, simplemente por defender nuestros derechos.”
Amnistía Internacional
Las personas que denuncian la injusticia son blanco de agresiones. Gobiernos, empresas, grupos armados, grupos que fomentan el odio y la discriminación y otras personas con poder hacen todo lo posible para silenciarlas e impedir que hagan su trabajo.
Presentan a quienes los cuestionan como delincuentes, terroristas, antipatriotas, corruptos o incluso “agentes extranjeros”. Después el ataque va más allá: manchando reputaciones, encarcelando e incluso recurriendo a la violencia para silenciar la disidencia.
Al mismo tiempo, se disuelven sindicatos y se cierran periódicos. Se prohíben las redes sociales. Se vigila ilícitamente la actividad en Internet. Y se responde con violencia a quienes protestan pacíficamente. Alzar la voz por los derechos humanos se ha vuelto una actividad difícil y peligrosa.
Por eso más que nunca necesitamos a los defensores y defensoras. Son lo bastante valientes para alzar la voz en favor de la libertad de expresión. Cuestionar el racismo y el sexismo. Condenar la tortura. Y, en última instancia, exigir responsabilidades a nuestros dirigentes.
En los últimos años han aumentado los asesinatos de defensores y defensoras de los derechos humanos. Estas muertes se podrían haber evitado. Y destaca la constante impunidad. Quienes defienden el medio ambiente corren más peligro que nadie, sobre todo en América.
En todas las regiones del mundo, las defensoras de los derechos humanos hacen frente a formas de violencia por motivos de género, además de los ataques que otros defensores puedan sufrir, como violencia sexual y amenazas, hostigamiento y campañas de difamación vinculadas a su condición de mujeres. Con frecuencia, las defensoras de los derechos humanos son atacadas no sólo por su activismo sino también a causa de su género, y sus actividades son deslegitimadas y menospreciadas reiteradamente. Muchas actúan en un entorno de ostensible hostilidad hacia los intereses que promueven. Aquellas que cuestionan los estereotipos de género y las que trabajan sobre cuestiones como la salud y los derechos sexuales y reproductivos o defienden en términos más generales los derechos humanos de las mujeres y las niñas, son a menudo especialmente vulnerables a ataques y amenazas por motivos de género.
“ Constantemente pienso en si me van a matar o a secuestrar, pero me niego a tomar el camino del exilio. (...) no abandonaré esta lucha.
Quienes defienden los derechos de las personas LGBTI hacen frente a múltiples estrategias del gobierno y de agentes no estatales para obstaculizar su trabajo tanto a través de internet como por otros medios, en muchos casos como resultado de una discriminación y una marginación profundamente arraigadas. Amnistía Internacional ha documentado numerosas violaciones del derecho de reunión pacífica cuando las autoridades han prohibido marchas del Orgullo en todo el mundo o la policía ha actuado de manera inadecuada en este tipo de eventos, así como casos de ataques, incluso homocidios, contra personas LGBTI, muchas de ellas defensoras de los derechos humanos.
Queremos un mundo donde la gente pueda alzar la voz por lo que es correcto sin ser atacada, amenazada, encarcelada, etc. Los países deben promulgar leyes para que los defensores y las defensoras estén a salvo y eliminar leyes represivas, como por ejemplo, las que atacan la libertad de expresión.
Tienen que poner en libertad a las personas encarceladas sólo por cuestionar la injusticia. Y tienen que dejar de usar cargos falsos, como los relativos a la seguridad nacional, como excusa para silenciar a quienes disienten.
Legisladores, líderes empresariales, autoridades del gobierno y otras personas influyentes deben también comprometerse públicamente a defender a los y las valientes en todo el mundo. Al reconocer a los defensores y las defensoras como personas comprometidas y valientes que crean una sociedad más justa, podremos protegerlos de nuevos ataques.