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Yúnior García defiende una Cuba basada en consensos pacíficos

Yunior García, dramaturgo y opositor cubano exiliado en España. © Paco Ruano

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Yúnior García Aguilera, opositor cubano: “Queremos una Cuba plural basada en consensos pacíficos”

Por Manu Mediavilla (@ManuMediavilla), colaborador de Amnistía Internacional,

“La Cuba que queremos es plural. Respeta el pensamiento. Y busca llegar al consenso desde la confianza”. Así de claro es el proyecto democrático de Yúnior García Aguilera, el dramaturgo cubano de 39 años exiliado en España tras promover desde la plataforma opositora Archipiélago las masivas protestas del año pasado para pedir elecciones libres y libertad inmediata de presos políticos. Y remarca la idea: “Apostamos por la vía pacífica. Archipiélago es una plataforma para el debate plural, para los consensos y para hacer propuestas dentro de un camino cívico”.

Pero reconoce que ese camino está lleno de obstáculos: “Mi impresión es que hay más represión, y cada vez más opositores ‘regulados’ que no pueden salir o entrar”. Él mismo duda de que pueda volver pronto, porque haría falta un “cambio positivo, y no parece ser el caso”. Más bien al contrario: “La situación ha empeorado desde las protestas del 11 de julio, mi grupo de teatro ha sido cerrado, y prohibieron mis obras en cartel. Sólo un director que cambió el título está poniendo una”.

De momento, vencido ya el visado turístico de tres meses con el que llegaron a España, “mi esposa Dayana y yo hemos presentado una solicitud de asilo”. Aunque eso no significa que abandone la esperanza de regresar a su país: “Voy a dedicar todos mis esfuerzos para conseguirlo, y creo que podré volver. Mis hijos, mi esposa y yo mismo merecemos poder volver con dignidad”.

“Qué más quisiera que estar allí, pero ni siquiera podría salir a la calle”, insiste al recordar las amenazas y el implacable hostigamiento frente a su casa en vísperas de la Marcha Cívica por el Cambio convocada por Archipiélago para el 15 de noviembre. El régimen detuvo a numerosos opositores, ordenó un gran despliegue policial y utilizó presiones y maniobras de todo tipo –incluida la vacunación de niños en la ruta de la marcha y la organización de festejos callejeros– para disuadir a posibles manifestantes e impedir la protesta.

Yúnior García Aguilera, opositor cubano exiliado en España

Yúnior García Aguilera, actor, dramaturgo y opositor cubano. © Paco Ruano

Todo ello llevó a Yúnior García a anunciar “que iba a hacer una marcha en solitario con una flor blanca y a proponer protestas alternativas” –caceroladas, aplausos masivos, vestirse de blanco– para evitar la violencia contra manifestantes o su detención. Ni eso le permitieron. Fue citado de nuevo por las fuerzas de seguridad y amenazado con largas penas de prisión. Pese a todo, ese mismo día 15 pudo “recoger la visa (turística), que había pedido por si acaso iba preso, para poder negociar una salida de la cárcel”. Y aunque “nunca me propusieron una salida en los interrogatorios”, nadie impidió su desplazamiento al aeropuerto de La Habana ni su partida en el vuelo comercial que aterrizó el 17 en Madrid. Más allá de los desmentidos oficiales, para el régimen era una manera de quitarse un problema de encima.

La Marcha Cívica por el Cambio

Pero no son días fáciles para García Aguilera. El 15 de noviembre había despertado muchas esperanzas, y su marcha ha dejado un amargo vacío en la plataforma Archipiélago, e incluso ha provocado reproches en ámbitos opositores que –como suele suceder en los liderazgos colegiados– también han sufrido presiones y acoso. “Algunos cubanos se han sentido decepcionados, y otros me han criticado –reconoce–. Yo mismo me he criticado”.

Pero lo cierto es que su situación (con “cuatro agentes durante 24 horas frente a mi casa y 200 personas haciéndose pasar por mis vecinos que gritaban “este barrio no te quiere, es de Fidel, elegiste el barrio equivocado”) se había vuelto insostenible, a veces bajo arresto domiciliario, otras con “limitación de movimientos e Internet cortado”, y siempre bajo amenaza de prisión. En los círculos opositores más perseguidos se extiende la sensación de ‘exilio interno’, la sensación de que, como dice el propio dramaturgo, “el régimen tiene absoluto control sobre la sociedad y no se puede hacer nada desde dentro. A veces se puede hacer más desde fuera para ayudar a familiares aunque no directamente para no perjudicarlos, para denunciar abusos, para modificar la percepción y la visión romántica del régimen que todavía pervive en Europa y Estados Unidos”.

En este sentido, Yúnior García “aprecia ligeros cambios en la izquierda, como el del nuevo presidente chileno Gabriel Boric, que se ha desmarcado de Cuba, Nicaragua y Venezuela y que invitó a su toma de posesión a Sergio Ramírez”, escritor y exvicepresidente nicaragüense perseguido ahora por el régimen de Daniel Ortega. Pero todavía echa en falta cambios más profundos: “La izquierda está presa de sus preconceptos ideológicos, ha apoyado por tradición al régimen cubano. Seis eurodiputados viajaron a Cuba y dijeron que era una democracia representativa y no denunciaron la existencia de presos políticos. Pero de 605 diputados y diputadas, no hay ninguno de oposición, sólo una ideología tiene derecho a llegar a las urnas”.

Yúnior García ha presentado una solicitud de asilo en España

Yunior García Aguilera, impulsor de la plataforma Archipiélago. © Paco Ruano

Además, el relativo ‘rejuvenecimiento’ de la cúpula cubana con la llegada en octubre de 2019 del presidente Miguel Díaz-Canel no sirvió para alimentar las esperanzas democráticas. De hecho, Yúnior García admite que “una de las etapas menos negativas fue la de Raúl. Pese a su ‘mala fama’ (“Fidel no se entera, el malo es Raúl”), se aprobaron medidas que beneficiaban a la gente, como la posibilidad de comprar y vender casas o viajar al extranjero. Se abrió un poco la economía a los pequeños emprendedores y emprendedoras, y fue una etapa de esperanza en la que muchas personas exiliadas regresaron”.

“Pero con Díaz-Canel –remarca– ha sido retroceder desde el primer mes, cuando dejó claro que 'somos continuidad' y lo refrendó ya desde sus primeros decretos, como el 349, que impone la censura artística y que movió a las sucesivas protestas ante el Ministerio de Cultura, la marcha de julio, la de noviembre que no fue...”. Como ejemplo de esa línea dura, añade García Aguilera, el actual presidente llegó a dar una “orden de combate” ante las protestas de julio, que es casi tanto como “llamar a una guerra civil entre la ciudadanía cubana” porque “toda persona cubana tiene derecho a usar las armas si alguien pretende cambiar la Constitución”.

“Una parte de la oposición sataniza el diálogo y desde Miami ha surgido la idea de que con la dictadura no se dialoga. Una actitud que sólo favorece al régimen porque jamás le ha interesado el debate. Si hubiera un espacio de televisión para el debate, sería el fin de las dictaduras”

Yúnior García Aguilera

“No hubo más violencia porque el pueblo es pacífico”, subraya. Y reitera que “mi discurso es extremadamente pacífico”, que “la Cuba que queremos plantea muchas propuestas de diálogo y de consensos para hacer realidad el derecho a participar en política y las elecciones libres”. Y ello a pesar de que “una parte de la oposición sataniza el diálogo y desde Miami ha surgido la idea de que con la dictadura no se dialoga”, una actitud que sólo favorece al régimen porque “jamás le ha interesado” el debate. “Si hubiera un espacio de televisión para el debate, sería el fin de las dictaduras”, remarca.

Por eso insiste en que “hay que llegar a ese diálogo con fuerza” y en que, como aún “no tenemos fuerza suficiente, lo primero es organizarnos como oposición, llegar a consensos para la transición, tener capacidad de movilizar a los cubanos y cubanas como arma de presión para conseguir la libertad inmediata de las presas y presos políticos, la libertad para entrar o salir del país, el respeto a los derechos de las personas exiliadas, las libertades de expresión y de reunión”.

Yúnior García sabe que no será fácil, porque “demandamos elecciones libres, pero ni siquiera las candidaturas a delegados y delegadas de barrio pasan el filtro de la comisión que las selecciona. El problema no es izquierda o derecha, sino que hay una dictadura que no permite la participación de forma libre”. Y además, la estrategia del régimen es “infiltrar, promover sospechas y dividir a la oposición”, que permanece “muy dispersa por varias razones, como la dificultad de ejercerla en el interior por el acoso y las amenazas del régimen; como la falta de cultura y práctica democráticas para negociar, consensuar y pactar entre quienes apuestan por una salida, y como la frecuente asimilación por las personas emigradas de la política del país de recepción y su disposición a ‘jugar’ su juego político sobre Cuba”.

Yúnior García, líder del colectivo Archipiélago

El pasado 10 de marzo Cuba cumplió 70 años sin democracia, desde el golpe de Batista en 1952. © Paco Ruano

“Yo no vine a jugar el tema de Cuba desde la política española”, recalca García Aguilera, porque “el 10 de marzo Cuba cumplió 70 años sin democracia, desde el golpe de Batista en 1952 que impuso la dictadura. La revolución prometió elecciones libres, pero acabó en otro tipo de dictadura y acogió el marxismo-leninismo por oposición a Estados Unidos, porque el pueblo cubano jamás fue comunista”.

En cuanto al embargo, Yúnior García considera que “es una política fracasada que ha brindado a Cuba solidaridad internacional y victorias políticas en la ONU”. Pero también es, apunta, “la excusa perfecta para justificar el desastre económico”. Tras leer a Mandela y sus planteamientos sobre las sanciones al apartheid, el dramaturgo considera que “un régimen dictatorial necesita sanciones más allá del embargo, que afecten al aparato represivo, no a la población. Prefiero no hablar de embargo y sí de sanciones a la dictadura”.

Al final, apunta, “la persona cubana común cree que su única salida es abandonar el país, piensa en emigrar como única esperanza”. Por eso sigue apostando desde su exilio español, por una Cuba plural de diálogo y consensos. Y mientras escribe una obra que se titulará precisamente “Archipiélago” cuyos personajes tienen visiones distintas de la revolución, recuerda que “Cuba es vista como una isla, como un monolito. Pero somos varias islas, y hay que aprender a vivir con diferencias, como soñó Martí. Necesitamos una vacuna contra la intolerancia, Cuba tiene que ser plural”.

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