Amnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid Icons
Actuamos por los derechos humanos
en todo el mundo
Eva Martínez Cáceres, vicepresidentea de la Sociedad Española de Inmunología

Eva Martínez Cáceres, vicepresidentea de la Sociedad Española de Inmunología

Blog

De norte a sur, de este a oeste: el virus no entiende de fronteras

Por Mireya Cidón (@mnodic), Amnistía Internacional,

Desde hace dos años vivimos inmersos en una pandemia que no entiende ni de países ni de fronteras. A consecuencia de ella y a fecha de 30 de enero de 2022, alrededor de 5,7 millones de personas han perdido la vida a nivel mundial. Para evitar que las cifras sigan subiendo debemos contener la pandemia y, para lograrlo, necesitamos una distribución equitativa de las vacunas contra la COVID-19. Desgraciadamente, y pese a los llamamientos urgentes para lograrlo, las empresas farmacéuticas siguen anteponiendo sus beneficios económicos a la salud de todas las personas. Ahora que nos adentramos en el tercer año de pandemia, ¿cambiará el panorama o tendremos que hacer frente a nuevas variantes aún más peligrosas? Hablamos con Eva Martínez Cáceres, vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología para conocer su opinión. Y esto es lo que nos ha contado.

El año pasado se produjeron 10.000 millones de dosis de vacunas COVID-19, más que suficientes para alcanzar el objetivo del 40% de vacunación mundial fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, poco más del 4% de las personas que viven en países de bajos ingresos habían sido completamente vacunadas a finales del año pasado. ¿Estos datos en qué se traducen?

Se traducen en que no se ha hecho un buen control. Esta pandemia es un problema global y, para contener algo de estas dimensiones, se necesita que al menos el 40% de la población mundial tenga la pauta completa de vacunación, es decir, las dos primeras dosis. La vacunación es lo único que puede detener la pandemia y por eso es tan importante garantizar un acceso justo y equitativo a las vacunas. Es necesario que estén al alcance de todos los países para que puedan proteger a su población, empezando por los grupos más vulnerables. Una enfermedad tan infecciosa como la COVID-19 será una amenaza global mientras exista en alguna parte del mundo.

Familiares de pacientes COVID

Familiares de pacientes COVID hacen cola con bombonas de oxígeno vacías ante el centro de llenado de oxígeno en Nueva Delhi. © Naveen Sharma/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images

La OMS advirtió que la tercera dosis pondría en peligro la vacunación en países de rentas más bajas. ¿Ha sido así?

No sé si la decisión de poner una tercera dosis ha podido traducirse en un menor número de vacunas para los países de rentas más bajas. Personalmente, lo desconozco, aunque algunos países han comprado muchísimos millones de vacunas y la lógica nos hace pensar que, quizá, esta acción haya dificultado o frenado la llegada de esas dosis a países más pobres. Todo gobernante quiere proteger a su población, pero el mundo debe comprender que la respuesta a esta pandemia tiene que ser universal. Los retrasos, la ralentización de la vacunación y, al final, la inacción se traduce en la pérdida de vidas humanas. Por eso es tan importante que exista voluntad política para que las vacunas lleguen a todos los países y para que se compartan conocimientos, tecnología y licencias. Acabar con la COVID-19 a nivel global no será posible hasta que todas las personas dispongan del mismo acceso a la vacunación.

¿Qué opinas de la cuarta dosis?

Como inmunóloga no veo necesaria la cuarta dosis en la población general. ¿Y por qué? Principalmente porque con dos dosis de la vacuna contra la COVID-19 (o habiendo pasado la enfermedad), la inmunidad tiene memoria y es algo que se mantiene en el tiempo, en muchos casos durante años. Tres dosis, pueden ayudar en casos de poca respuesta a las dos previas, en pacientes inmunodeprimidos o de edad avanzada. Pero no existen evidencias de la necesidad de una cuarta dosis en población sana.

¿Puede ser perjudicial?

Más que perjudicial, yo diría que no podemos vacunar a la población sana cada cuatro o cinco meses, no es una solución sostenible. Para justificar una cuarta dosis se tendrían que hacer pruebas de inmunidad celular y de determinación de anticuerpos porque, a lo largo del tiempo, es cierto que los anticuerpos pueden bajar (no desprotegernos), pero la inmunidad celular permanece.

Lo ideal sería esperar a todas estas vacunas que se están ahora ensayando, es decir, esperar a una vacuna más potente que, por ejemplo, induzca a una respuesta más fuerte frente a diversas partes del virus o sea esterilizante, es decir, que evite contagios.

Muchas personas se agolpan para registrarse en la lista de vacunación contra la COVID-19

Muchas personas se agolpan para registrarse en la lista de vacunación contra la COVID-19 en Peshawar, Pakistán, el 6 de julio de 2021. © Abdul Majeed/AFP vía Getty Images

¿Cuánto dura la respuesta inmune tras la vacunación?

No se sabe exactamente cuánto dura la protección de las vacunas contra la COVID-19, pero a tenor de los datos actuales se sabe que la mayoría de las personas están protegidas contra la enfermedad grave y la muerte muchos meses. Por ahora sabemos que la respuesta celular dura como mínimo un año (que es el seguimiento aproximado que tenemos desde que empezó la vacunación), pero podría durar años. Con la famosa gripe española de 1918, hay personas que después de ochenta años todavía tenían células memoria. Y es muy probable que, hoy en día, muchas personas todavía tengan anticuerpos frente a enfermedades que sufrieron en la infancia, como el sarampión o las paperas. Necesitamos un seguimiento posvacunal y, de momento, no tenemos una respuesta basada en datos porque no ha pasado el tiempo suficiente desde el inicio de la pandemia, pero, en principio, sí parece que se mantiene la respuesta inmune tras la vacunación.

¿Cuántas variantes más tendremos que vivir antes de que los países de renta alta y las empresas farmacéuticas se den cuenta de que los  y las habitantes de los países de renta baja deben tener acceso a las vacunas?

Esto no lo podemos saber, pero es cierto que, cuando el virus se replica mucho, siempre surge la probabilidad de que aparezcan nuevas variantes y de que algunas sean “variantes de preocupación”. La distribución desigual de las vacunas no solo deja a muchas personas en situación de vulnerabilidad frente a un virus que puede causar la muerte, sino que también abre la puerta a nuevas variantes de la enfermedad que pueden incluso llegar a ser más agresivas. Las vacunas hacen que se contenga la infección y toda acción que disminuya la probabilidad de que el virus mute, impedirá la aparición de nuevas variantes.

Con una distribución desigual de las vacunas estamos prolongando la pandemia, además de aumentar la brecha entre países ricos y pobres. No existen fronteras físicas que impidan que un virus entre en un país, por lo que, aunque solo sea por nuestro propio beneficio y por puro egoísmo, los líderes mundiales deberían hacer mucho más por un acceso justo y equitativo.

¿Qué opinas de las vacunas actuales?

Las vacunas actuales han hecho un papel bueno en los países en los que se han administrado. Se ha conseguido, sobre todo, disminuir el número de ingresos hospitalarios y el número de muertes. Ha sido, por consiguiente, la mejor medida para contener la infección. Lo que pasa es que ahora van apareciendo nuevas variantes y se deben actualizar. Para ello se debe apoyar el desarrollo de vacunas de segunda generación que sean más completas y potentes, capaces de generar más anticuerpos y de mejor calidad frente a las nuevas variantes, y que sean esterilizantes (de cara a contener mejor la pandemia) porque las vacunas actuales no impiden el contagio ni la infección.

Empleados de la empresa de biotecnología Afrigen

Profesionales de la empresa de biotecnología Afrigen y de las instalaciones de Vaccine Hub trabajan en Ciudad del Cabo, 5 de octubre de 2021. © Rodger Bosch/AFP vía Getty Images

Amnistía Internacional denuncia que las principales empresas farmacéuticas que han desarrollado vacunas contra la COVID-19 no comparten su propiedad intelectual, sus conocimientos y su tecnología, poniendo obstáculos al acceso equitativo a las vacunas. Ahora que entramos en el tercer año de pandemia, ¿será este el definitivo para lograr un acceso justo?

¡Ojalá! Se están desarrollando nuevas vacunas. Algunas, según parece, podrán trasladarse fácilmente a países con rentas más bajas porque podrán mantenerse a temperatura ambiente o en frío, durante al menos seis meses y no necesitarán estar congeladas. Esta mejora facilitará su distribución en regiones con una infraestructura limitada a la hora de almacenar y transportar vacunas menos estables.

Pero lo ideal sería que pudieran fabricarse in situ y facilitar una distribución local. Con un incremento de la financiación también se podría aumentar la fabricación y la producción, y se podrían compartir las dosis excedentarias. También hay equipos de investigación que no quieren patentar sus vacunas porque desean un acceso universal.

Todas estas mejoras podrían abrir las puertas a un acceso más justo y no discriminatorio de las vacunas y cambiarían el panorama actual. Por fin se convertirían en un bien accesible y disponible para todas las personas en todos los rincones del mundo, que es lo que queremos y lo que se necesita.

¿Crees que las empresas españolas que van a producir vacunas contra la COVID-19, como Hipra, deberían compartir el conocimiento para que otros fabricantes en otras partes del mundo puedan producir las vacunas que necesitan los países de menos ingresos?

Yo creo que sería muy recomendable que compartieran su conocimiento, que cobrasen sus vacunas a un precio asequible o que, al menos, dedicasen un porcentaje de sus ganancias a cooperación.

Activistas y personal de Amnistía Internacional Suiza, se manifiestan a favor de una vacunación equitativa

Activistas de Amnistía Internacional Suiza y otras organizaciones se manifiestan a favor de una vacunación equitativa, 30 de noviembre de 2021. © AI Suiza

¿Por qué hay países que no apoyan la suspensión de las patentes, máxime cuando muchos gobiernos han financiado el desarrollo de las principales vacunas?

Como inmunóloga, no te puedo contestar. A título personal no sé qué es lo que hace que algunos países no apoyen la suspensión -al menos temporal- de las patentes, cuando ellos mismos han financiado esta investigación en empresas farmacéuticas. Es una pena que en un mundo tan globalizado y con una oportunidad tan grande de ser solidarios y mostrar nuestro lado más humano, le damos la espalda a quienes más nos necesitan. Me duele mucho ver que ni siquiera en este contexto somos capaces de mostrar generosidad.

¿Cómo ves el futuro?

Yo confío en un futuro mejor. Con el desarrollo de nuevas vacunas quiero creer (a título personal lo digo) que el mundo no estará “controlado” por unas pocas farmacéuticas, que son las que ahora tienen la capacidad de vender vacunas. Confío en que se potencie la investigación para que se desarrollen nuevas y que esto se traduzca en una mayor oferta y una mayor accesibilidad y equidad.

Tenemos una ciberacción abierta en la que pedimos a las farmacéuticas que pongan fin a la desigualdad de las vacunas. ¿Te unes a la campaña y nos ayudas a moverla?

¡Claro! Todavía creo que esta pandemia es una oportunidad histórica para promover sociedades más justas. Nosotros siempre hemos apoyado el acceso universal a las vacunas porque son ellas quienes lograrán contener la pandemia. Es lo único que puede frenar este virus.

Contigo somos independientes

Amnistía Internacional lo forman personas que defienden una humanidad justa y libre alrededor del mundo. Personas como tú, que creen en nuestro trabajo. Por eso, si tú también defiendes los derechos humanos, te necesitamos para seguir siendo independientes. Puedes hacerlo desde aquí en menos de un minuto, con cuotas a partir de 4 € al mes.

Nos mantenemos firmes con nuestros principios: no aceptamos ni una sola subvención de ningún gobierno, ni donaciones de partidos políticos.

Haz posible nuestra independencia.