La desaparición forzada ha sido durante décadas un instrumento característico del régimen sirio, utilizado para actuar selectivamente contra miles de activistas y disidentes y al mismo tiempo sumir en un estado de desesperación y miedo a sus familias. Aunque esta demoledora práctica se remonta décadas atrás, desde el comienzo de la revuelta en Siria ha habido un drástico aumento del uso de la desaparición forzada por parte de las autoridades. Desde que las protestas contra el régimen de Bachar al Asad comenzaron en febrero de 2011, miles de personas sospechosas de oponerse al presidente han sido arrestadas y sus paraderos no han sido dados a conocer durante prolongados periodos de tiempo. Algunos se han, literalmente, desvanecido, dejando a sus familias en la angustia y la desesperación de no conocer el destino de sus seres queridos. Algunas víctimas de desapariciones forzadas han sido liberadas tras meses de detención secreta o incomunicada, mientras que muchas otras permanecen en paradero desconocido. Coincidiendo con el Día Internacional de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas, que se celebra el 30 de agosto, Amnistía Internacional ha lanzado una ciberacción para pedir al gobierno sirio que revele el paradero de 22 personas desaparecidas desde que comenzaron las protestas contra el régimen de Bachar al Asad, en febrero de 2011 y haga rendir cuentas a los responsables. Además, la acción, que también se dirigirá vía twitter a las autoridades de la Federación Rusa, aliadas diplomáticas del gobierno de Damasco, incluye la petición para que todas aquellas personas detenidas en Siria sean acusadas formalmente de algún delito o inmediatamente liberadas. Una de esas 22 personas desaparecidos por las que intercede Amnistía Internacional es Abd al Akram al Sakka. Al Sakka, de 67 años de edad, lleva más de un año en paradero desconocido en lo que constituye una desaparición forzada, que es delito según el derecho internacional. Pese a las desesperadas súplicas de los familiares del anciano imán, las autoridades sirias no han revelado ninguna información sobre su paradero ni sobre las condiciones de su reclusión. De hecho, ni siquiera se notificó la detención a los familiares; de lo único que pueden estar seguros es de que, el 15 de julio de 2011, alrededor de 20 agentes de los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea siria se presentaron en su domicilio de Damasco, en el barrio residencial de Daraya, y se lo llevaron precipitadamente. Haytham al Hamwi, yerno del imán que ahora vive en el exilio, transmitió recientemente a Amnistía Internacional la angustia de su familia y la falta de información en torno a la desaparición de Al Sakka desde que estalló la revuelta siria a principios de 2011. “Una desaparición implica no saber nada de la persona, e incluso cuando sabes algo, siempre te preocupa que la información no sea correcta”, explicó Al Hamwi. El pasado septiembre, las autoridades sirias detuvieron también a su padre, Muhammad Yassin al Hamwi, tendero, y a su hermano Muhammad Muhammad al Hamwi, en condiciones constitutivas de desaparición forzada. Estuvieron recluidos en régimen de incomunicación durante cinco y seis meses, respectivamente, y en 2012 fueron liberados. En todo ese tiempo, la familia no supo si estaban vivos o muertos. No se presentaron cargos contra ellos, pero se piensa que fueron detenidos por participar en protestas antigubernamentales. Su padre volvió a desaparecer en mayo de 2012; era su tercera detención desde el inicio del levantamiento en 2011. Aunque sus familiares nunca recibieron notificación oficial de su detención y custodia, se conocieron turbios detalles de su cautividad cuando un hombre que había estado recluido con ellos fue puesto en libertad. Pero esa información no hizo sino acrecentar el temor y la angustia de la familia, ya que no siempre resultó exacta o fiable. Dado que Haytham Al Hamwi también ha sido preso de conciencia en el país –estuvo dos años y medio privado de libertad en una cárcel siria tras participar en una protesta política pacífica en 2003–, conoce demasiado bien las condiciones que están soportando sus familiares desaparecidos. El hacinamiento, sumado a otras condiciones precarias de reclusión, pueden agravar problemas de salud existentes; por ejemplo, Muhammad Yassin al Hamwi sufrió un ataque al corazón el año pasado y, según informes, Abd al Akram al Sakka tiene trastornos intestinales. La tortura en los interrogatorios es generalizada. “Lo más duro en estas circunstancias es la primera semana en la cárcel, porque te torturan por sistema esa semana, mientras te interrogan”, afirmó Haytham Al Hamwi.
Un problema global La desaparición forzada se sigue utilizando en muchos países del mundo. A pesar de que es un crimen de derecho internacional, con excesiva frecuencia los presuntos responsables no son obligados a comparecer ante un tribunal. Amnistía Internacional ha documentado casos de desaparición forzada en todos los continentes y sigue trabajando sobre el asunto en numeros países de América Latina, los Balcanes, Rusia y Siria, entre otros países y regiones. Según el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Desapariciones Forzadas, 42.759 personas permanecían resgistradas como desaparecidas en marzo de 2012 en 82 países de todo el mundo. El 30 de agosto de 2011, la ONU celebró el primer Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas para poner el foco en la persistencia de esta práctica y sus numerosas víctimas en todo el mundo. “Pedimos a los gobiernos de todo el mundo que denuncien la desaparición forzada y se adhieran al tratado mundial para poner fin a su uso. Debe haber justicia de una vez por todas para los muchos miles de personas desaparecidas y sus familiares”, ha afirmado Marek Marczyñski, responsable de la campaña de Justicia Internacional de Amnistía Internacional.
Información de contexto: Las desapariciones forzadasSe considera “desaparecida” a una persona detenida, recluida o secuestrada, ya sea por agentes del Estado o por otras personas que actúan en su nombre, cuyos captores niegan que esté recluida o se niegan a revelar su paradero, circunstancia que expone a la persona desaparecida a sufrir diversas violaciones de derechos humanos. Recluida al margen de la protección de la ley, la persona desaparecida es torturada con frecuencia y vive con miedo constante a perder la vida, privada de todos sus derechos y a merced de sus captores. Es una violación de derechos humanos continua, que a menudo se prolonga durante muchos años a partir del secuestro inicial y tiene consecuencias físicas y psicológicas a largo plazo para quien la sufre. En muchos casos, la persona desaparecida nunca es liberada ni llega a conocerse su paradero. Familiares y amigos pueden no descubrir nunca lo que le sucedió, lo que se añade a su sufrimiento. La inseguridad y el miedo que genera la desaparición forzada afectan no sólo a la víctima directa y a sus familiares, sino a la sociedad en su conjunto.