Los gobiernos del sudeste asiático deben redoblar con urgencia sus esfuerzos de búsqueda y salvamento para garantizar que miles de personas que se hallan a la deriva en barcas no son abandonadas en atroces circunstancias y en peligro de muerte. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional mientras otra embarcación que transporta a cientos de personas, al parecer migrantes y solicitantes de asilo, en condiciones desesperadas aguarda una operación de salvamento frente a las costas de Tailandia. Amnistía Internacional ha confirmado que una embarcación en la que viajan hacinadas unas 350 personas, entre ellas niños, al parecer procedentes de Myanmar o Bangladesh, lleva en el mar “muchos días”, posiblemente más de dos meses. Su tripulación los abandonó hace varios días. Los pasajeros no tienen comida ni agua y necesitan urgentemente atención médica. Unos buques de la Marina tailandesa están buscando la embarcación en estos momentos. “Los gobiernos del sudeste asiático deben actuar de inmediato para detener esta creciente crisis humanitaria. Es crucial que los países de la región lancen operaciones coordinadas de búsqueda y salvamento para rescatar a quienes están en el mar; si no lo hacen, podrían estar condenando a muerte a miles de personas”, ha manifestado Kate Schuetze, investigadora de Amnistía Internacional sobre Asia y Oceanía.
“Es espantoso pensar que, en estos mismos momentos, cientos de personas van a la deriva en una embarcación peligrosamente cerca de la muerte, sin comida, sin agua, y sin saber siquiera dónde están.”Hoy mismo se encontró ante la costa de la isla de Penang, en Malaisia, una embarcación en la que viajaban unas 500 personas. Las autoridades malaisias dijeron esta semana que utilizarían medidas punitivas, incluidas la ‘devolución en caliente’ de las embarcaciones y la expulsión de migrantes y refugiados, para transmitir el ‘mensaje correcto’ ante las llegadas irregulares. “Las autoridades malaisias tienen el deber de proteger y no castigar a los cientos de personas que han llegado hoy a las costas del país. Deben proporcionarles la atención médica que tan desesperadamente necesitan y bajo ninguna circunstancia deben enviarlas de vuelta al mar o trasladarlas a un lugar donde su vida o sus derechos corran peligro”, ha manifestado Kate Schuetze. “Los comentarios de las autoridades respecto a que devolverán sin más a quienes lleguen por mar son una afrenta a la dignidad humana. Es más, las autoridades, si cumplen sus amenazas, estarán violando las obligaciones jurídicas internacionales contraídas por Malaisia.” En los últimos días, un número creciente de personas de Myanmar y Bangladesh han llegado por mar a Malaisia e Indonesia. Al menos una embarcación con unas 400 personas a las que se cree rohingyas fue remolcada el lunes hasta alta mar por la Armada indonesia frente a la costa de Aceh, tras proporcionarle comida y combustible. La represión de las llegadas irregulares a Tailandia parece haber obligado a los contrabandistas y traficantes de personas a buscar nuevas rutas. La Organización Internacional para las Migraciones cree que aún puede haber unas 8.000 personas en embarcaciones cerca de Tailandia. Entre las miles de personas que han huido de Bangladesh y Myanmar se encuentran migrantes vulnerables, refugiados –por ejemplo, rohingyas musulmanes que huyen de la discriminación y la violencia en Myanmar–, y víctimas de tráfico de personas. Muchas están lo bastante desesperadas como para arriesgar su vida en un peligroso viaje por mar para escapar de las insoportables condiciones que padecen en su país. “Las miles de vidas en peligro deben ser la prioridad inmediata, pero también es preciso abordar las causas fundamentales de esta crisis. El hecho de que miles de rohingyas prefieran enfrentarse a un peligroso viaje por mar, al que pueden no sobrevivir, a quedarse en Myanmar dice mucho sobre las condiciones que sufren allí”, ha manifestado Kate Schuetze.