Amnistía Internacional siente una profunda preocupación por varios miles de civiles que permanecen atrapados en el campo de refugiados de Nahr al Bared, cerca de Trípoli, en el norte de Líbano.
Los civiles, refugiados palestinos asentados desde hace tiempo en Líbano, se ven expuestos a un grave peligro en medio de los constantes combates entre miembros del grupo armado Fatah al Islam y los soldados del ejército libanés que rodean el campo.
La mayoría de los 30.000 residentes del campo huyeron durante una pausa en los combates la semana pasada, pero, según la Agencia de la ONU para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA), todavía permanecen allí entre 3.000 y 5.000. Se cree que entre ellos hay centenares de ancianos, discapacitados y menores que no pueden o no quieren marcharse. Corren peligro, no sólo por los constantes combates, sino también por la falta de alimentos, agua, electricidad y acceso a atención médica: en el interior del campo sólo queda un médico, de medicina general. Una de las personas con las que habló Amnistía Internacional, un civil llamado Milad que permanece en el campo, pidió el 2 de junio suministros médicos urgentes, especialmente para las personas con diabetes y trastornos cardiacos y nerviosos.
Al menos 27 civiles han muerto, además de 44 soldados del ejército libanés y decenas de combatientes de Fatah al Islam. El campo ha sido sometido a un prolongado e intenso combate de artillería, que en ocasiones parece haber sido indiscriminado.
El 22 de mayo, durante un alto el fuego temporal, un convoy de ayuda humanitaria de la UNRWA fue atacado cuando entraba en el campo de Nahr al Bared. En el ataque murieron al menos dos civiles, y al menos otros diez más resultaron heridos cuando, según la UNRWA, miles de refugiados palestinos se agrupaban en torno a los camiones de ayuda humanitaria para obtener alimentos, medicinas y agua. Ese mismo día, un minibús que transportaba a unos 20 civiles que huían del campo de Nahr al Bared hacia el sur fue alcanzado por balas cuando se aproximaba a un control del ejército libanés. El conductor, Nayf Selah Selah, y una mujer embarazada, Munha Abu Radi, murieron.
Centenares de hogares, varias mezquitas, un gran depósito de agua, el cementerio y otros bienes civiles, entre ellos, según los informes, dos refugios, han sufrido graves daños. Los miembros de la familia Gheneym, desplazados del campo junto con otros 20.000 residentes de Nahr al Bared, dijeron a Amnistía Internacional la semana pasada que, durante varios días antes de huir, habían repartido al día, como media, unas 10 rebanadas de pan árabe sin levadura entre 80 personas.
Mientras el conflicto continúa, la noche del 3 de junio, en el campo de Ein al Hilweh, cerca de Sidón, en el sur del Líbano, estallaron también los enfrentamientos entre el ejército libanés y miembros Jund al Sham, vinculados a Fatah al Islam. Según la información difundida por los medios de comunicación, dos soldados y dos miembros de Jund al Sham murieron y al menos dos civiles resultaron al parecer heridos durante los combates.
Según el ejército libanés, Fatah al Islam ha disparado granadas desde una mezquita. El ejército dice que él no ha devuelto el fuego.
Amnistía Internacional insta a todas las partes del conflicto, y a todos los que tengan influencia sobre ellas, a hacer todos los esfuerzos posibles por minimizar el riesgo para los civiles. La organización pide a ambas partes que garanticen la protección para los civiles dentro del campo. Deben tomarse todas las medidas necesarias para garantizar que los civiles pueden evacuar sin peligro el campo si así lo desean. Debe permitirse a los organismos humanitarios internacionales que ayuden tanto a quienes permanecen en el campo como a quienes desean abandonarlo. Todas las partes del conflicto deben garantizar la seguridad de los civiles.