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Los recortes en la ayuda humanitaria internacional provocan una grave “crisis de salud” en el noroeste de Siria

(Photo by Izzettin Kasim/Anadolu Agency via Getty Images)

La reducción de la ayuda humanitaria internacional para el noroeste de Siria durante el último año ha dejado a aproximadamente 3,1 millones de personas, entre ellas 2,8 millones de personas internamente desplazadas, ante una crisis de salud mientras los hospitales y otros centros médicos luchan por funcionar sin apenas recursos. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy.

Los centros médicos de esta parte del país, que está bajo el control del grupo armado de oposición Hay’at Tahrir al Sham, dependen por completo de la financiación de la comunidad internacional para proporcionar servicios de salud gratuitos y medicación. Durante los últimos diez años, la ayuda internacional al sector de la salud se ha reducido en más de un 40% a causa de la reducción general de la ayuda internacional a Siria.

“Huelga decir que, especialmente después de dos años de pandemia, los sistemas de salud son servicios críticos que la población necesita para su supervivencia. La enorme reducción de la financiación producida este último año se ha traducido de inmediato en el cierre de hospitales y servicios fundamentales, y ha dejado a millones de personas de Siria —que ya han sufrido conflicto y violencia— luchando por acceder a medicación y otra atención médica esencial”, ha manifestado Lynn Maalouf, directora regional adjunta sobre Oriente Medio y Norte de África para Amnistía Internacional.

Debe protegerse el derecho de todas las personas a la salud, lo que significa que la población debe poder acceder a servicios de salud cuando lo necesite, sin preocuparse por el coste económico

Lynn Maalouf, Amnistía Internacional

“Los donantes internacionales que se reúnen en Bruselas la semana que viene deben dar prioridad a garantizar una financiación adecuada a los servicios de salud y otros servicios esenciales, mientras millones de personas se enfrentan a la terrible perspectiva de que se les niegue el acceso a la atención médica en medio de una crisis cada vez más grave. Debe protegerse el derecho de todas las personas a la salud, lo que significa que la población debe poder acceder a servicios de salud cuando lo necesite, sin preocuparse por el coste económico.”

Amnistía Internacional entrevistó a ocho profesionales de la medicina y la salud, a cuatro personas que habían buscado recientemente atención médica y a cuatro personas dedicadas a la ayuda humanitaria; todos ellos describieron cómo los cortes en la financiación han dado lugar a una escasez de recursos y medicación, y han provocado una reducción de la operatividad y de servicios esenciales.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de las Naciones Unidas informó de que, hasta diciembre de 2021, sólo se había garantizado el 25% de los fondos requeridos para el sector de la salud en Siria, frente al 67% de julio de 2021. Según la dirección de salud de Idlib, 10 de 50 hospitales —incluidos seis hospitales ginecológicos y pediátricos—, 12 centros de atención primaria de salud y tres centros médicos especializados han perdido la financiación en 2022. Otros centros médicos que tienen contratos más largos para los próximos meses o años correrán también peligro de cierre si sus contratos no se renuevan.

La reducción de la capacidad y los suministros pone en peligro la salud y las vidas
La escasez de personal, medicinas y equipo y la reducción de la capacidad operativa han llevado a los hospitales a reducir sus servicios, lo que pone vidas en peligro. Cuatro directores de hospital dijeron a Amnistía Internacional que sus centros se enfrentan a un riesgo inminente de cierre si no se consigue financiación urgentemente.>

“Antes de los cortes en la financiación en diciembre de 2021 solíamos recibir unos 500 pacientes, tanto ambulatorios como hospitalizados, al día. Hoy podemos recibir un 10% de esa cifra, porque hemos suspendido todos los servicios excepto el tratamiento básico en urgencias”, contó el director de un hospital obstétrico y pediátrico.

El director de otro hospital obstétrico y pediátrico declaró que habían tenido que cerrar la unidad de cuidados intensivos neonatal y que sólo funcionaban cuatro de las ocho incubadoras. Describió un angustioso incidente que tuvo lugar poco después de los recortes de financiación, este mismo año, cuando no pudo ofrecer apoyo respiratorio a un niño que necesitaba un respirador: “Sus padres me suplicaron ayuda, pero yo no tuve más opción que negársela”.

Otro médico contó a Amnistía Internacional cómo la escasez de servicios de atención sanitaria amenazaba vidas: “Este año, en una ocasión, trajeron corriendo a urgencias a un paciente con un ataque cardiaco. No teníamos oxígeno para un respirador, así que intentamos trasladarlo a otro hospital en una ambulancia, pero falleció antes de llegar allí”.

Un médico que trabaja en otro hospital que perdió la financiación en agosto de 2021 contó una historia similar: “En enero [de 2022] recibimos en urgencias a un bebé de cinco meses con desnutrición severa y fallo respiratorio. Necesitaba cuidados intensivos, pero no teníamos espacio para él a causa de la falta de capacidad y la escasez de personal. Le intubamos en la unidad de urgencias y le dimos apoyo respiratorio manual durante cuatro horas mientras intentábamos encontrarle plaza en otro hospital. Por desgracia, no conseguimos encontrársela, y falleció”.

Todos los profesionales de la medicina y usuarios del sistema de salud entrevistados por Amnistía Internacional dijeron haber observado una escasez de medicaciones esenciales, especialmente para las enfermedades crónicas. Un médico declaró que su hospital había tenido que luchar incluso para obtener anestésicos.

Una comadrona dijo que la falta de medicación y suministros disuadía a las mujeres a la hora de buscar atención prenatal. Contó: “Las mujeres me decían que no se iban a desplazar hasta un centro de salud que no les ofrecía las medicaciones necesarias gratuitas. A veces no disponemos ni de los suplementos más básicos para las mujeres embarazadas, como el ácido fólico”.

Una mujer que había dado recientemente a luz relató a Amnistía Internacional: “No podía permitirme las medicinas que me recetó el médico, así que no las compré. El hospital solía proporcionarnos esas medicaciones gratuitamente antes de perder la financiación”.

La falta de financiación también significa que el personal sanitario, cuyos salarios se cubren con contratos de ayuda, ahora trabaja en múltiples centros simultáneamente para conseguir unos ingresos suficientes. A otros profesionales de la salud no les han pagado por falta de fondos. Siete profesionales de la medicina dijeron a Amnistía Internacional que llevaban meses trabajando sin cobrar.

Atención médica inaccesible e inasequible
Los cierres de hospitales, unidos a la reducción de los servicios y al elevado coste de la atención médica privada, hacen que el acceso a la atención de la salud sea extremadamente difícil para muchas personas en el noroeste de Siria. Los pacientes ahora tienen que viajar distancias más largas para encontrar un hospital o un centro médico. El transporte público es a menudo limitado y, para muchas personas, su coste es inasequible.>

El padre de un niño que sufre asma contó: “Hace poco, mi hijo tuvo un ataque de asma. Como siempre, lo llevé corriendo a un hospital cercano, pero descubrí que el hospital había perdido la financiación [...] El único médico disponible en urgencias me dijo que el niño necesitaba ingresar urgentemente en un hospital. Tuve que pedir dinero prestado y llevarle en un automóvil particular a un hospital en Idlib, a unos 60 kilómetros de distancia”.

Una mujer embarazada había estado recibiendo atención prenatal en un hospital local, pero tuvo que luchar por encontrar un hospital en el que dar a luz después de que el centro local dejara de funcionar a causa de los cortes de financiación.

Esta mujer contó a Amnistía Internacional: “Tenía muchísimo dolor. Mi esposo preguntó por ahí hasta que alguien le dijo que había una plaza disponible en Jisr Al Shughour, a una hora de distancia. Nos fuimos hasta allí, pero resultó que sólo había disponibles comadronas, ningún obstetra, y yo necesitaba una cesárea. Al final tuve que ir a un hospital privado. Pedimos dinero prestado y pagamos cuanto teníamos para cubrir los costes”.

“Los donantes tienen el poder de rectificar esta devastadora situación. Sus decisiones tienen un impacto directo en el acceso de la gente a la atención médica en un momento en el que la población sufre más que nunca. Lo que está sucediendo ahora mismo en el noroeste de Siria es una terrible crisis humanitaria”, ha declarado Lynn Maalouf.

 

 

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