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Una laguna en la legislación tunecina permite que un violador quede impune si se casa con su víctima adolescente, en caso de que ella consienta. © AI

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Túnez: el país donde los violadores quedan impunes por sus delitos

La fama de Túnez como país líder en los derechos de la mujer y de la igualdad de género en la región suena a falsa cuando su legislación todavía permite que los violadores queden impunes por sus delitos.

Casi la mitad de las mujeres de Túnez (el 47%) han sufrido violencia, según la encuesta oficial sobre violencia de género. Las leyes, lejos de proteger a las víctimas, favorecen a los agresores. En Túnez se está debatiendo una ley integral para combatir la violencia contra las mujeres. Es un momento que debemos aprovechar. ¡Ayúdanos con tu firma!
La violaron. Para proteger su honor ahora tiene que casarse con su violador.

Lo agredieron, ahora lo acusan de sodomía.

En Túnez, si eres víctima de violencia sexual, lo más probable es que te castiguen y que tu agresor quede libre.

Con demasiada frecuencia las leyes te dejan en la estacada. Con demasiada frecuencia te dicen que aguantes a tu esposo maltratador. Con demasiada frecuencia no tienes a nadie a quien pedir ayuda. Con demasiada frecuencia te dicen asúmelo.

Esto te deja, a ti, que eres la persona que ha sido víctima —la sobreviviente— sola. Has sobrevivido al delito, ahora eres víctima de las leyes.

No es lo que esperarías en un país que se enorgullece de ser líder de los derechos de la mujer y de la igualdad de género en el mundo árabe. Después de todo, Túnez legalizó el aborto voluntario en 1973, dos años antes que Francia.

Pero la realidad es que la historia de éxito de Túnez es una historia inacabada. Las lagunas legales todavía permiten que los violadores queden impunes por sus delitos, que las mujeres violadas por sus esposos carezcan de protección legal y que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo sigan siendo ilegales. ¿No es hora de que Túnez deje de acusar a las personas sobrevivientes y empiece a asumir las deficiencias de sus leyes?

Mujeres tunecinas caminando por la avenida Habib Bourguiba de Túnez, febrero de 2012. © FETHI BELAID/AFP/Getty Images

La violencia contra las mujeres, una práctica generalizada

Casi la mitad de las mujeres de Túnez han experimentado violencia al menos una vez, según una encuesta realizada por el Ministerio de Salud de Túnez en 2010. De ellas, el 15,7 por ciento ha experimentado violencia sexual. Añade a esto la realidad de que muchas mujeres son reacias a hablar de la violencia sexual por miedo a que sus familias y comunidades las avergüencen, y que es probable que la cifra real sea muy superior.

La encuesta también halló que la violencia conyugal y la violencia en el ámbito familiar eran, con mucho, las más habituales. Pero las leyes tunecinas no reconocen la violación conyugal como violación. A esto hay que añadir que la ley aún permite que los violadores eludan el castigo casándose con sus víctimas adolescentes, una laguna legal que se ha eliminado recientemente de las leyes de Marruecos.

A menudo, la policía o su propia familia les dicen a las sobrevivientes de la violencia en el ámbito familiar que "lo asuman" sin más o que "asuman sus responsabilidades", insinuando que las mujeres casadas deben aceptar que sus esposos las maltraten.

Se espera de las mujeres que aguanten la violencia

A pesar de los numerosos pasos adelante para las mujeres en Túnez, todavía persisten las actitudes discriminatorias hacia ellas. El sexo se considera un deber conyugal tanto para los hombres como para las mujeres, pero en realidad, esto significa que las mujeres piensan que deben someterse a las exigencias de sus esposos.

Como nos contó una mujer: "El 'no' no es una opción, eso no le gusta, así que esté yo como esté, cansada o enferma, no tengo elección. Si digo "no", me obliga y me pega, siempre que consiga lo que quiere."

Incluso si la mujer quiere denunciar, tiene problemas para denunciar una violación de su esposo porque las leyes de Túnez no reconocen la violación conyugal. A las mujeres que están en una relación abusiva no les va mejor, pues la policía es reacia a tomarse en serio sus quejas.

Una mujer de 40 años contó a Amnistía cómo le pegó su esposo un día: "Cuando entramos en la casa, empezó a darme puñetazos en la cabeza y en la cara y a pegarme con un zapato. Me dejó el ojo totalmente morado", dijo. Pero cuando intentó denunciar el incidente a la policía, no consiguió nada.

"Me quejé en la comisaría de policía y me dieron un certificado médico, después de lo cual la policía citó a mi esposo. Pero el policía era amigo suyo y no pasó nada. Lo único que hizo la policía fue decirle que pensara en los niños"Grafiti en Túnez sobre el artículo 230, que castiga las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con tres años de cárcel. © Mawjoudin

Violadas y acusadas

La respuesta de la policía a las mujeres ya es bastante mala, pero si eres gay y tienes relaciones sexuales con otro hombre —algo que es ilegal en Túnez—, la discriminación que sufres es igual de mala, cuando no peor.

A finales de 2009, Hedi, de 37 años, fue detenido y enjuiciado por mantener relaciones sexuales con otro hombre después de denunciar una agresión. Cuando salía de casa de un amigo, tres hombres lo metieron a empujones en su propio coche. Uno de los agresores lo violó y le robaron el teléfono y el dinero. La policía pidió a Hedi que firmara una declaración.

Distraído por la llegada de sus padres a la comisaría, firmó la declaración sin leerla. "Me detuvieron y me metieron en una celda", dijo. "También metieron allí a los tres hombres que me habían agredido."

Hedi contó a Amnistía que habían cambiado su declaración para decir que había consentido en mantener relaciones sexuales con los tres hombres. Fue condenado a seis meses de prisión, aunque lo excarcelaron a los cuatro meses, tras haberle sido reducida la condena en apelación.

Defenderse

La situación no es del todo negativa. Las ciudadanía de Túnez ya está pidiendo cambios a las leyes para poner fin a la violencia sexual y de género de una vez por todas.

La chispa que lo desencadenó fue el caso de Meriem Ben Mohamed, que en 2012 fue acusada formalmente de "indecencia" tras denunciar a dos policías que la habían violado.

La ciudadanía se indignó y protestó en las redes sociales y en la calle hasta que se retiraron los cargos y los agentes fueron procesados. Gracias al apoyo público y al de su familia, Meriem pudo ver que se hacía justicia. En 2014, los agentes fueron condenados a 15 años de prisión, un resultado sin precedentes en casos como este.

Más recientemente, la ciudadanía se ha movilizado para apoyar a "Marwan", estudiante de 22 años declarado culpable de sodomía en septiembre de 2015, cuya vista de apelación está en curso.

La indignación pública, encabezada por activistas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexo (LGBTI) de Túnez y respaldada por defensores de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres locales e internacionales ha hecho que las autoridades se sienten y tomen nota.

Ha llegado el momento de que personas de todo el mundo apoyen las peticiones de los activistas tunecinos. Con un empujón más, el cambio está a nuestro alcance.

Ya es hora de que Túnez deje de permitir que los violadores queden impunes, deje de fingir que la violación conyugal no es violación, deje de encarcelar a hombres por ser gays. A las personas sobrevivientes de violencia sexual y de género les dicen que lo asuman, pero ¿no es hora de que lo asuma Túnez?

En agosto de 2014, las autoridades prometieron proteger y apoyar a las personas que sobreviven a este tipo de violencia. Ahora es el momento de que Túnez haga historia cumpliendo esa promesa.

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