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La ONU debe actuar urgentemente para que las víctimas de graves abusos obtengan justicia

La gente espera bajo un puente para recuperar otro cadáver en Alepo, Siria, 6 de marzo de 2013. © Amnesty International

Dos años después de la sublevación de la población siria contra su gobierno mediante la protesta pacífica, el país está inmerso en un sangriento conflicto en el que ambas partes son responsables de crímenes de guerra; es la conclusión a la que ha llegado Amnistía Internacional en dos informes que publica hoy. Uno de ellos se centra en las violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas gubernamentales; y otro, en los abusos cometidos por los grupos armados. La investigación realizada en la última quincena en el interior de Siria confirma que las fuerzas gubernamentales continúan bombardeando indiscriminadamente a la población civil, a menudo con armas prohibidas por el derecho internacional, arrasando barrios enteros. Estas fuerzas someten por sistema a tortura, desaparición forzada o ejecución extrajudicial a las personas que detienen. Los grupos armados de oposición recurren cada vez más a la toma de rehenes, así como a la tortura y ejecución sumaria de soldados, combatientes de milicias afines al gobierno y civiles que han capturado o secuestrado. “Aunque la inmensa mayoría de los crímenes de guerra y otras violaciones graves de derechos humanos siguen siendo obra de las fuerzas gubernamentales, nuestra investigación también señala una escalada de los abusos cometidos por los grupos armados de oposición”, ha explicado Ann Harrison, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África.   “Si no se abordan estas prácticas, se corre el riesgo de que vayan consolidándose con el tiempo; es fundamental que todos los implicados sepan que tendrán que responder de sus actos ante un tribunal.” Nuestra investigación demuestra una vez más que el gobierno de Siria utiliza armamento prohibido por el derecho internacional contra la población civil. El 1 de marzo, una investigadora de Amnistía Internacional en Alepo encontró nueve bombas de racimo que habían sido lanzadas desde una aeronave de ala fija sobre una zona urbanizada densamente poblada. Más de una docena de residentes resultaron muertos en el ataque, y hubo decenas de heridos, muchos de ellos niños. Un miembro de la familia Al Dik que residía en el lugar habló con Amnistía Internacional sobre los familiares que había perdido en el ataque: “Inas, de 2 años, Heba, de 8, Rama, de 5, Nizar, de 6, Taha, de 11 meses, Mohammad, de 18 meses. Todos muertos; ¿por qué? ¿Por qué bombardean a niños?”     Como es habitual tras estos ataques, el lugar quedó sembrado de submuniciones sin explotar, que siguen matando y mutilando a quienes las recogen, normalmente niños.   Cerca de allí se recuperó el brazo de un niño de debajo de los escombros de un barrio arrasado por un misil balístico tierra-tierra de largo alcance, disparado por las fuerzas gubernamentales desde una distancia de cientos de kilómetros. Tres de estos ataques perpetrados recientemente, que han causado centenares de muertos y heridos entre los residentes –muchos de ellos niños–, han aniquilado familias enteras. Sabah, una mujer de 31 años que había sobrevivido a la carnicería, enumeró para Amnistía Internacional a los seres queridos que había perdido: “Mis hijas Isra, Amani y Aya, de 4, 6 y 11 años; mi esposo; mi madre; mi hermana Nour, de 14 años; y tres hijos de mi otra hermana, Ahmad, Abdallah y Mohammad, de 18 meses y de 3 y 4 años.  Todos muertos; ¿qué me queda en esta vida?”. Miles de personas han perdido la vida en todo el país en los últimos meses en ataques parecidos llevados a cabo por las fuerzas gubernamentales con armamento que en ningún caso debe utilizarse en zonas civiles.   En otras partes de Alepo, cadáveres de varones adultos y menores de edad con disparos en la cabeza y las manos atadas a la espalda se están recuperando del río prácticamente a diario.   Los cadáveres llegan flotando río abajo desde una parte de la ciudad controlada por las fuerzas gubernamentales.   Entre las víctimas aparecidas la primera semana de marzo había un niño de 12 años y su padre; igual que otros que han podido ser identificados hasta el momento, ambos habían desaparecido en una zona de la ciudad controlada por el gobierno.   En un vídeo grabado en otra parte de la ciudad se ve a un niño que aparenta tener entre 12 y 14 años blandiendo un machete encima de un hombre que posteriormente ha sido identificado como el coronel Izz al Din Badr. El coronel yace postrado en el suelo con las manos atadas a la espalda. Se oye una voz de fondo que grita: “No tiene la fuerza que hace falta”. El niño baja el machete hasta el cuello del hombre mientras es jaleado por miembros de un grupo armado de oposición. “Los bombardeos de las fuerzas gubernamentales en Siria causan cada vez más muertes y mutilaciones entre los niños. Muchos han visto saltar en pedazos a sus padres, hermanos y vecinos ante sus ojos. Están creciendo expuestos a horrores inimaginables”, afirma Harrison. Según testigos, hay una zona en el sur de Damasco, que denominan el “agujero de la muerte”, en la que, al parecer, fuerzas armadas de oposición han arrojado los cadáveres de combatientes progubernamentales o presuntos informantes ejecutados. En otro caso del que tuvo conocimiento la investigadora de Amnistía Internacional, un hombre acusado de colaborador había aparecido muerto tras su asesinato a manos de un grupo de oposición. Un vecino contó a Amnistía Internacional: “Fuimos allí enseguida y lo encontramos sobre una pila de basura, con un agujero de bala en mitad de la frente, una herida de arma de fuego en el hombro [...] la rodilla partida [...] Llevaba colgado un cartón que decía: ‘coronel Helal Eid, colaborador (awayni)’”. Según la ONU, hay más de dos millones de civiles internamente desplazados. Muchas de estas personas, que ya tuvieron que huir de sus hogares, han vuelto a sufrir bombardeos en las zonas donde habían buscado refugio y han tenido que desplazarse por segunda vez. Turquía ha cerrado parcialmente su frontera, por lo que miles de desplazados internos han quedado abandonados a su suerte en el lado sirio, en condiciones atroces. “Cada hora que pasa sin que la comunidad internacional decida actuar, aumenta el número de víctimas. ¿Cuántas personas más tienen que morir para que el Consejo de Seguridad de la ONU remita la situación al fiscal de la Corte Penal Internacional, y así pueda haber rendición de cuentas por estos crímenes horrendos?”, ha dicho Harrison.

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