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La represión sigue acechando a los activistas sudaneses que buscaron seguridad en el país árabe

Los activistas sudaneses huyeron a El Cairo en los últimos años en un intento de seguir trabajando con seguridad. © gr33ndata
Debido a la persecución y al entorno cada vez más peligroso en Sudán en los últimos años, algunos activistas sudaneses han huido a El Cairo, capital de Egipto, con la esperanza de proseguir con su labor en un clima de seguridad desde el extranjero.

Pero el hostigamiento y los ataques les han seguido al cruzar la frontera, y Amnistía Internacional ha documentado una serie de casos de activistas sudaneses que viven en El Cairo que han sufrido amenazas de muerte, vigilancia por de hombres no identificados, robos con fuerza en su domicilio y agresiones físicas, entre ellas una violación y un intento de apuñalamiento.

Un grupo de activistas –que hablaron con la organización con la condición de que se mantuviera su anonimato– afirmaron que la embajada de Sudán y agentes de los Servicios de Seguridad Nacional en El Cairo están detrás de esas actividades, con el objetivo de intimidarlos.

“Esta sucesión de informes de ataques contra activistas sudaneses en Egipto es profundamente preocupante”, ha afirmado Audrey Gaughran, directora del Programa Regional para África de Amnistía Internacional.

“Parece que las autoridades sudanesas han ampliado su red de represión, y los activistas que huyeron a otros países son objeto de amenazas y ataques con creciente frecuencia”.

Represión en Sudán
Amnistía Internacional ha documentado con anterioridad cómo la presión y el hostigamiento habituales de las autoridades han hecho que trabajar en cuestiones relacionadas con el desarrollo, los derechos humanos y la paz sea cada vez más difícil en Sudán.
Defensores y defensoras de los derechos humanos y activistas son atacados a menudo y sometidos a detención y reclusión arbitrarias, acoso sexual, tortura y otros malos tratos.

Para algunos, la única manera de poder continuar con su trabajo humanitario y de derechos humanos es salir del país.

Pero muchos de los que continúan con su activismo desde Egipto viven ahora con miedo en un clima de hostigamiento permanente, que incluye amenazas de muerte.

Intento de apuñalamiento
Entre los activistas que han sido objeto de ataques en fechas recientes figura una activista que ya fue torturada cuando estuvo bajo la custodia del Servicio de Seguridad Nacional en Jartum.

Ahora vive en Egipto y contó a Amnistía Internacional que, a finales de 2012, fue atacada y recibió varias llamadas telefónicas y mensajes amenazadores.

A través de mensajes en Facebook la amenazaron con matarla si seguía difundiendo “mentiras” sobre su reclusión y tortura en Sudán. La activista dijo también a Amnistía Internacional que un hombre que hizo llamadas telefónicas amenazadoras en dos ocasiones se identificó como funcionario de la embajada de Sudán en El Cairo.

En diciembre presentó una denuncia ante la policía después de que un hombre intentarse apuñalarla en una calle de El Cairo. Aunque logró salvarse de heridas graves, la policía no le ha informado todavía de ningún progreso en la investigación de la agresión. La activista cree que el ataque estuvo relacionado con su activismo.

Agresión física
En otro caso, un destacado activista que reside en El Cairo desde 2004 contó a Amnistía Internacional que ha sido atacado y brutalmente golpeado dos veces desde que llegó a El Cairo, en 2005 y en 2011.

Por el acento y la apariencia de sus agresores, cree que eran sudaneses.

Después del primer ataque, la policía de El Cairo, según los informes, se mostró reacia a dejarle presentar una denuncia, alegando que era “una lucha entre personas sudanesas”, y tuvo dificultades para recibir tratamiento médico para las lesiones que había sufrido porque le habían robado su identificación durante el ataque. El informe policial final mencionaba la pérdida de la identificación pero no el ataque.

El activista sigue recibiendo llamadas telefónicas amenazadoras todos los meses de personas que, según los informes, se identifican como funcionarios sudaneses y que lo amenazan con matarlo si no abandona su activismo y su “colaboración” con organizaciones internacionales.

Intento de secuestro
A principios de diciembre de 2012, según los informes, dos hombres se acercaron a un grupo de tres activistas en una calle de El Cairo e intentaron secuestrar a uno de ellos. No consiguieron introducirlo por la fuerza en su automóvil, pero lo golpearon y le robaron su teléfono móvil antes de darse a la fuga.

El activista dijo a Amnistía Internacional que fue atacado de nuevo ese mismo mes por un grupo de cuatro hombres que lo golpearon y amenazaron y le dijeron que debía dejar de difundir información sobre el conflicto y la situación humanitaria en los montes Nuba. Recibió tratamiento hospitalario después del ataque y sufre lesiones internas y fractura de un dedo de una mano.

Por su acento, cree que tres de los agresores eran sudaneses.

Tres días después del segundo ataque, según los informes, recibió una llamada de un hombre que se identificó como funcionario de la embajada de Sudán, que le dijo que el ataque había sido un aviso y que lo matarían si continúa con su activismo.

Violencia sexual
Una activista que trabajaba en cuestiones relacionadas con los derechos humanos en Darfur relató a Amnistía Internacional cómo fue secuestrada en una calle de El Cairo por tres hombres vestidos de civil. Tras obligarla a subir a su automóvil, los hombres –que a su juicio eran egipcios– la llevaron a un lugar remoto y la violaron repetidamente antes de dejarla en una vía pública de El Cairo.

La mujer dijo a Amnistía Internacional que unos días después de su violación recibió una llamada telefónica amenazadora de un agente de seguridad sudanés que la había detenido con anterioridad en Sudán.

El agente amenazó presuntamente a miembros de su familia con nuevos ataques.

Por temor a represalias, no denunció la agresión a la policía egipcia.

“Si agentes de seguridad sudaneses están detrás de estos ataques, se plantean serios interrogantes acerca de si las fuerzas de seguridad egipcias tienen conocimiento de tales operaciones en su territorio”, ha afirmado Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

“Las autoridades egipcias deben investigar con urgencia la situación y garantizar que los agentes sudaneses no llevan a cabo operaciones dentro de Egipto que supongan una amenaza para los derechos humanos”.

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