¿Desigualdad de género? Sí, las diferentes formas de discriminación, la violencia, las barreras, la incomprensión, la injusticia, la invisibilidad, la desigualdad, la precariedad, la falta de oportunidades que sufre en más o menos medida y en diferentes ámbitos de la vida cotidiana la mitad del total de la población es indiscutible y abruma; en el Estado español desde 2003 casi 1300 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, 48 en total en el año 2024 y otras 2 hasta febrero de 2025.
Además, el 83.4% de mujeres mayores de 16 años, han sufrido violencia física por parte de sus parejas o exparejas (macroencuesta "Violencia contra la Mujer 2019).
En el ámbito laboral, las mujeres cobran de media un 18,36% menos que los hombres, lo que conocemos como brecha salarial. De las personas que han elegido estar en situación de desempleo por dedicarse al cuidado de hijos o hijas menores de 14 años, personas mayores o familiares en situación de dependencia, 1,9 millones son mujeres. Por otra parte el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de las empresas que forman parte del Ibex-35 es del 39,2% , y el de las mujeres que ocupan altos cargos de la Administración del Estado es de un 41,6%. Solo un 23% de las alcaldías son regidas por mujeres y, sin embargo, las mujeres representan al 51% de la población total en España, el 57% del estudiantado con títulos de Grado y a la vez el 95,56% de las personas contratadas como empleadas domésticas.

Encuentro de jóvenes de Amnistía Internacional. © AI
Factores y causas de la desigualdad de género
¿Cómo se explica esta situación de desigualdad de género? Sin duda hay múltiples factores y causas pero una de las fundamentales y que sirve para asentar estas desigualdades son los valores transmitidos socialmente y la construcción cultural de lo considerado propio de cada sexo.
Esto es, la construcción cultural de los roles de género que se basa en estereotipos o creencias compartidas sobre los rasgos de la personalidad y los comportamientos propios de chicos y chicas, mujeres y hombres que en muchas ocasiones son poco reales y sesgados, dando más valor al papel de los varones y haciendo que el índice de desigualdad de género aumente.
Afirma la investigadora y especialista en sociología de la educación Amparo Tomé en el libro “Contra el sexismo. Coeducación y democracia en la escuela” que “la sociedad y la escuela priorizan los valores asociados a la masculinidad e ignora, silencia o descalifica aquellos relativos a la feminidad”. Así, autoridad o competitividad son rasgos atribuidos a los hombres, a lo masculino, mientras que la ternura o la debilidad física son características atribuidas a las mujeres y niñas, a lo femenino, pudiendo resultar opresivas y limitar por tanto el desarrollo integral de las personas, en un modelo social en el que además, la masculinidad, identificada con la heterosexualidad ha situado en los márgenes a otras masculinidades que han carecido de reconocimiento como en el caso de las personas homosexuales, bisexuales y transexuales.
Desarrollo social y emocional
Para enfrentar toda esta desigualdad, la estrategia educativa en la escuela debe de ser la coeducación, un modelo en el que se apuesta por el desarrollo no solo intelectual, también por un desarrollo social y emocional que prepara a un alumnado libre de estereotipos sexistas.
Igualdad de oportunidades
Se trataría de promover un modelo asentado en la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, una escuela que fomente la conciencia crítica para rebelarse ante aquellas situaciones y acciones que discriminan a las mujeres, que enseñe a relacionarse desde el conocimiento mutuo, a resolver los conflictos a través del diálogo, a manejar las emociones de forma adecuada, y desarrollar propuestas educativas que fomenten la corresponsabilidad en el espacio doméstico y la colaboración entre personas.
Visibilidad y denuncia de desigualdades de género
Una escuela que visibilice las desigualdades de género, pero no solo eso, que las denuncie y las combata desactivando los sistemas que generan y perpetúan la dominación. Esto hace que la educación formal no sirva únicamente para capacitar al alumnado en el dominio de ciertas habilidades cognitivas, sino que se convierta en la más potente herramienta para la formación de una ciudadanía crítica y comprometida, transformadora, igualitaria, cooperativa, colaborativa y activista.
Una educación igualitaria reforzada por la Ley

Encuentro de jóvenes de Amnistía Internacional. © AI
Leyes como la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres hacen una mención expresa a la coeducación. Así en el capítulo II del Título II se insta a las administraciones educativas a garantizar el derecho a la educación en condiciones de igualdad de género, evitando que por comportamientos sexistas o estereotipos sexistas, se produzcan desigualdades entre mujeres y hombres, y en la actual Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), modificada por la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), en su artículo 17 se expone que “la Educación Primaria contribuirá a desarrollar en los niños y en las niñas una actitud contraria a la violencia, a los prejuicios de cualquier tipo y a los estereotipos sexistas”.
Así es que se justifica plenamente, también desde un punto de vista normativo, la inclusión de proyectos conformados por actividades y contenidos coeducativos en el ámbito escolar para promover la igualdad efectiva entre niños y niñas, para hacer que el alumnado, el profesorado y las familias identifiquen situaciones en las que se produce la discriminación de género, analizar sus causas y actuar con valores igualitarios para evitarlas y educar en la solidaridad, la empatía, la colaboración y el diálogo como herramienta para la resolución de conflictos, partiendo de la identificación y expresión positiva de las emociones.
Frente a los estereotipos y las enormes diferencias que alientan la desigualdad de género e inclinan la balanza de las oportunidades y los privilegios, la educación en derechos humanos y educación cívica y moral en las aulas. Frente a la violencia de género y la homofobia, contenidos alternativos a muchos de los actuales que reproducen situaciones de poder y privilegio olvidando o silenciando a las mujeres, a la diversidad sexual o las minorías culturales. Frente a los vetos machistas y ultras, la educación para la paz, y la educación cívica y moral, un modelo en el que se apueste por un desarrollo libre de estereotipos sexistas, con espíritu y conciencia crítica y educando en valores alternativos a los atribuidos históricamente a la masculinidad hegemónica.
