Amnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid Icons
Actuamos por los derechos humanos
en todo el mundo

CUANDO LEIDY PERDIÓ UN OJO

“Tenía 22 años. Ese día, mis amigos y yo fuimos a la protesta de Bogotá para defender nuestros derechos.  […]  A mi mamá le preocupaba que fuera, pero le prometí que sería pacífica. Y lo fue. […] Cuando tratábamos de volver a casa, un escuadrón de policía nos cortó el paso, y uno me disparó una bala de goma directamente y a poca distancia. Entonces sentí calor en la cara y todo se puso negro”.

Este es el testimonio de Leidy Cadena, que nos advierte sobre la importancia de establecer unos controles efectivos para evitar abusos.

A pesar de que ya existen leyes internacionales que regulan cómo y cuándo pueden usarse tanto las armas de fuego como estas "armas menos letales”, las personas que protestan se enfrentan a un riesgo cada vez mayor de muerte o de sufrir graves lesiones a manos de las fuerzas de seguridad si asisten a protestas.

Ayúdanos a exigir a los gobiernos de todo el mundo que apoyen la creación de un Tratado sobre el Comercio sin Tortura que garantice la portección de quienes protestan.