La población civil de la República Centroafricana seguirá en peligro de sufrir inestabilidad y episodios de violencia letal si no se resuelven con urgencia las graves deficiencias de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU (MINUSCA), ha dicho Amnistía Internacional en un nuevo informe publicado hoy.
A menos de una semana de la elección de un nuevo presidente en la República Centroafricana, el informe de Amnistía Internacional, titulado Mandated to protect, equipped to succeed? Strengthening peacekeeping in Central African Republic analiza cómo, a consecuencia de las graves deficiencias de personal y equipo, las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU no pudieron evitar ni contener un grave estallido de violencia en Bangui en septiembre de 2015, que se saldó con la muerte de más de 75 personas, muchas de ellas civiles.
La organización pide que se analice en profundidad el evidente fallo de protección de la población civil que se produjo en septiembre de 2015, examinando la capacidad de la MINUSCA para llevar a cabo su mandato y factores tales como la formación, el equipo, la coordinación y el número de efectivos uniformados y civiles operativos.
“La presencia de la MINUSCA en este país ha salvado muchas vidas y evitado mucho derramamiento de sangre, pero la violencia extrema que ha estallado en Bangui en septiembre de 2015 ha puesto de manifiesto las deficiencias de la misión, que, sin embargo, actualmente sigue careciendo de los recursos que necesita para proteger adecuadamente a la población civil”, ha dicho Steve Cockburn, director regional adjunto de Amnistía Internacional para África Occidental y Central.
“Garantizar que la fuerza de mantenimiento de la paz está bien preparada para evitar y contener episodios de violencia a gran escala, así como para apoyar al gobierno a la hora de garantizar que se hace justicia, debe ser una prioridad absoluta para contribuir a poner fin al círculo vicioso de conflicto e injusticia que ha asolado a la República Centroafricana durante gran parte de su historia.”
El 31 de enero de 2016, el ministro francés de Defensa anunció la retirada a finales de año de la mayoría de los 900 efectivos de este país presentes en la República Centroafricana, lo cual hace aún más apremiante este análisis. El estallido de violencia de septiembre A pesar de la presencia de 2.660 efectivos policiales y militares de la ONU en Bangui, las fuerzas de la MINUSCA no fueron capaces de contener adecuadamente la violencia que estalló en la localidad el 26 de septiembre. En tres días murieron al menos 75 personas, la mayoría civiles. Se destruyeron viviendas, 42.000 personas quedaron desplazadas y, sólo en el primer día de violencia, fueron violadas al menos una docena de mujeres.
Una mujer de 18 años relató a Amnistía Internacional cómo había sido violada el 26 de septiembre: “Había ido al mercado a comprar [...] oí disparos. Volví corriendo a casa, pero cerca del local de la cruz roja local me pararon seis [...] hombres con uniforme militar [...] Pusieron unos cartones en el suelo. Me violaron dos, uno joven y otro viejo.”
Amnistía Internacional halló que la MINUSCA no fue capaz de responder a peticiones de personal médico para ayudar a trasladar a víctimas el 27 de septiembre.
Un médico dijo a la organización: “Recibimos a 25 personas heridas, 13 de ellas graves, y no pudimos llevarlas al hospital con nuestro vehículo porque los accesos estaban bloqueados por motivos de seguridad. Mi personal pidió ayuda a los efectivos de la MINUSCA, que dijeron que no podían venir [...] Al día siguiente, seis de los heridos graves murieron.”
Según testigos entrevistados por Amnistía Internacional, la MINUSCA no intervino en zonas claves del conflicto hasta el segundo día de violencia, y hasta el tercero no actuó para desbloquear las carreteras retirando los controles atendidos por integrantes de grupos armados. Mal equipados para responder
Si bien a menudo se han mencionado las deficiencias del Estado de la República Centroafricana como factor obstaculizador de los esfuerzos para proteger a la población civil, expertos clave entrevistados plantearon también una serie de motivos de preocupación relativos a la capacidad de la MINUSCA para responder a la violencia. Estos expertos señalaron importantes deficiencias de formación y equipo y alegaron falta de efectivos en las tareas de mantenimiento de la paz.
Un mando de la MINUSCA dijo a Amnistía Internacional: “Cuando hay tiroteos, sólo podemos mandar a los chicos en vehículos acorazados, pero actualmente hay varios que no funcionan.”
Los expertos mencionaron también importantes problemas de coordinación entre las distintas partes de la fuerza de mantenimiento de la paz. Tales problemas fueron los causantes de que no entraran en acción 450 efectivos de la ONU en Bangui durante los primeros días de violencia. En las entrevistas con las comunidades se pone de relieve cómo han aumentado las sospechas y la hostilidad hacia la MINUSCA.
Un hombre de 45 años de Bangui dijo a Amnistía Internacional: “La gente tenía muchas expectativas. La MINUSCA nos dijo que esperáramos, que pronto serían 12.000. Pero hoy, con 12.000 hombres, no los vemos sobre el terreno [...] Cuando la gente los espera para que intervengan, no aparecen nunca. Y cuando se presentan, ya es demasiado tarde.”
En las entrevistas con los líderes de grupos armados se comprueba cómo utilizan la falta de protección de la MINUSCA en muchas zonas para justificar que sus grupos sigan existiendo para proteger a la población.
Las medidas tomadas por la MINUSCA tras la violencia de septiembre de 2015, como la llegada de efectivos adicionales a Bangui y el cambio de las estructuras de mando, le permitió reaccionar con más eficacia a varios episodios de violencia en octubre de 2015.
Entre octubre de 2015 y enero de 2016 se han evitado grandes estallidos de violencia, incluso durante la visita del Papa, el referéndum constitucional y la primera ronda de las elecciones presidenciales. Sin embargo, aun sigue habiendo pocas garantías de que la MINUSCA vaya a ser capaz de responder adecuadamente a un estallido de violencia a gran escala. El Consejo de Seguridad de la ONU estudiará en abril la renovación del mandato de esta fuerza de mantenimiento de la paz.
“República Centroafricana tiene uno de los escenarios de mantenimiento de la paz más difíciles del mundo, y es fundamental que la MINUSCA cuente con los medios necesarios para llevar a cabo su mandato de proteger a la población civil, garantizar la justicia y apoyar al nuevo gobierno”, ha dicho Steve Cockburn.
“La comunidad internacional ha hecho una importante inversión para intentar acabar con decenios de inestabilidad en el país, y ahora es el momento de que el Consejo de Seguridad de la ONU redoble su compromiso y trabaje con el recién elegido gobierno para situar al país de una vez por todas en una vía de mayor estabilidad”. Información complementaria
El despliegue de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en la República Centroafricana (MINUSCA) tuvo lugar en septiembre de 2014, cuando se hizo cargo de las obligaciones de la Misión Internacional de Apoyo en la República Centroafricana con Liderazgo Africano (MISCA). Entre el 14 de octubre y el 23 de noviembre de 2015, Amnistía Internacional entrevistó a 85 personas en Bangui y en Carnot: altos mandos civiles y militares de la MINUSCA, funcionarios, diplomáticos, personal de ONG nacionales e internacionales y miembros de grupos armados, además de testigos y víctimas de crímenes de derecho internacional y violaciones y abusos contra los derechos humanos.
En los últimos meses, las fuerzas internacionales en la República Centroafricana, incluidos los efectivos de mantenimiento de la paz de la ONU, han sido acusados de abusos sexuales. Tras las críticas de un grupo de expertos a su respuesta a estas investigaciones en diciembre de 2015, la ONU se ha comprometido a tomar una serie de medidas para investigar los informes. En agosto de 2015, el jefe de la MINUSCA dimitió tras revelar Amnistía Internacional la violación de una niña de 12 años y el aparente homicidio indiscriminado de un muchacho de 16 años y su padre por efectivos de esta fuerza.