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República Centroafricana: Es preciso llevar ante la justicia a los responsables del nuevo derramamiento de sangre

El imán de la mezquita de Sapeke, en Bangui, destruida por un ataque en 2014 © AI

No debe permitirse que los responsables de matar y herir a civiles en la República Centroafricana se oculten de la justicia. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy.

Según la información recibida, al menos 20 civiles, entre ellos un sacerdote, murieron y más de 90 resultaron heridos tras la nueva violencia sectaria que atacó lugares de culto el 1 de mayo en la capital, Bangui.

“En un país en el que las imágenes de meses de violencia atroz permanecen frescas en la memoria de la gente, estas nuevas tensiones podrían avivar más ataques y más derramamiento de sangre si no se frena a los responsables de una vez por todas”, ha manifestado Balkissa Idé Siddo, investigadora de Amnistía Internacional sobre África Central.

“Las autoridades centroafricanas y la MINUSCA deben transmitir un mensaje claro e inmediato a todos los grupos armados y aliados en la República Centroafricana: no se tolerará ningún ataque contra civiles, y todos los sospechosos de cometer crímenes de guerra y otros abusos y violaciones graves de derechos humanos comparecerán ante la justicia.”

Según la información recopilada por Amnistía Internacional, la violencia estalló después de que las fuerzas de seguridad trataran de detener a un miembro de un grupo armado de “autodefensa” en el barrio de PK5.

Los miembros del grupo armado de “autodefensa” abrieron fuego contra las fuerzas de seguridad en un intento de rescatar a su miembro y como represalia por la detención. La situación se deterioró rápidamente y los miembros del grupo armado de “autodefensa” atacaron a civiles durante una misa en la iglesia de Notre-Dame de Fatima, en Bangui.

Una mujer de 46 años que estaba en la iglesia de Bangui contó ayer a Amnistía Internacional:

“[...] Estábamos en plena misa, hacia las once de la mañana, cuando oímos disparos. Al principio sonaban débiles, y poco a poco fueron empeorando. Se oían incluso granadas. Nos atacaron. Justo delante de mí, un muchacho y una niña cayeron muertos. Una niña detrás de mí tenía una herida en el ojo derecho. Huimos hacia la casa parroquial. Había cadáveres por todas partes [...] Había mucha gente herida y sangrando en el suelo. Los muchachos del barrio hicieron un agujero en el muro detrás de la iglesia y escapamos por allí. Vimos a muchos chicos jóvenes que venían desde PK5 con armas [...] Nos metimos corriendo en el barrio y nos montamos en la bicicleta para ir a casa.”

Había cadáveres por todas partes. Los muchachos del barrio hicieron un agujero en el muro detrás de la iglesia y escapamos por allí.
Testigo de los ataques
Otra testigo dijo: “[...[ Oímos disparos. Estábamos indefensos. Había algunos miembros de la FACA que impidieron a los atacantes entrar en la parroquia. Si hubieran entrado, estaríamos todos muertos.”

Añadió: “A Abbot Toungoumalé Baba lo mataron. A Abbot Lazare le hirieron de un disparo. Los sacerdotes hicieron cuanto pudieron para pedir ayuda, pero nadie acudió. No había escapatoria. Las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU llegaron dos horas después, rodearon la parroquia y pudimos salir. La buena gente del barrio hizo un agujero en el muro. Por allí escapamos. Había sangre por todas partes. Era grave. Dicen que murieron 16 personas, pero yo creo que fueron más de 16. Vi a muchísima gente en el suelo cuando huíamos”.

Según la información recibida, ese mismo día, al menos dos civiles musulmanes fueron quemados vivos en ataques de represalia.

Desde ayer, el barrio de PK5, de mayoría musulmana, está cerrado.

Un habitante de PK5 contó hoy a Amnistía Internacional: “Todo el mundo se queda en casa. Si sales, al otro lado, te matan”.

Otra mujer que ejerce un puesto de liderazgo en el PK5 añadió: “Es todo tan triste. Hace unas tres semanas que se restauró la paz. Los líderes hemos estado concienciando a la gente. Ahora sentimos desánimo”.

En el último mes ha habido un repunte de la violencia en la República Centroafricana, con ataques al pueblo de Tagbara, que alberga una base temporal de la MINUSCA. Once miembros de las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU resultaron heridos y más de 22 miembros del grupo armado antibalaka murieron.

“La comunidad internacional debe mantener su compromiso, ya que se están sumando nuevos nombres a la ya larga lista de víctimas de la violencia en el país”, ha manifestado Balkissa Ide Siddo.

Información complementaria

Desde diciembre de 2013, el conflicto de la República Centroafricana ha matado a miles de personas, ha desplazado a cientos de miles más y ha destruido innumerables poblaciones.

El despliegue de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA), el 15 de septiembre de 2014, despertó esperanzas de un cambio positivo.

Pese a la presencia las fuerzas de la ONU, los grupos armados siguen cometiendo diversos abusos. También se ha informado de explotación sexual y abusos por parte de miembros de las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU.

Amnistía Internacional lanzó el año pasado la campaña ¡Justicia Ya! para conseguir una paz duradera en la República Centroafricana. Una campaña que pide a las autoridades que se comprometan a adoptar una postura más firme contra la impunidad haciendo rendir cuentas de sus actos a los responsables de delitos graves.

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