Los legisladores de Vietnam deben reclamar una moratoria inmediata de la pena de muerte. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional mientras el país debate la reinstauración de las ejecuciones mediante fusilamiento.
El 1 de julio de 2011, Vietnam aprobó una ley que sustituía el fusilamiento por la inyección letal como método de ejecución, citando “razones humanitarias”.
Sin embargo, la aplicación de esta ley se ha pospuesto en dos ocasiones, y el país desde entonces no ha podido llevar a cabo ejecuciones gracias a la prohibición impuesta en toda la UE de la exportación a Vietnam de las sustancias necesarias para la inyección letal.
Ahora que la Asamblea Nacional de Vietnam se reúne en Ha Noi hasta el 23 de noviembre de 2012, se presenta de nuevo la perspectiva de que se vuelva a las ejecuciones por fusilamiento.
“Instamos a los legisladores de Vietnam a aprovechar esta oportunidad para pedir una moratoria completa de las ejecuciones, con vistas a la abolición de la pena de muerte. La pena capital es una violación del derecho a la vida, y es el exponente máximo de pena cruel, inhumana y degradante”, ha manifestado Janice Beanland, responsable de campañas de Amnistía Internacional sobre Vietnam.
“La noción de que la muerte por inyección letal es de alguna manera más ‘humana’ resulta ridícula: la pena de muerte es una violación de derechos humanos adopte la forma que adopte. No hay garantías de que ni la inyección letal ni el fusilamiento reduzcan el inmenso dolor y sufrimiento de la víctima, o la angustia de la persona que lleva a cabo la ejecución.”
Las estadísticas sobre la pena capital son secreto de Estado en Vietnam, pero el gobierno ha admitido que hay más de 500 presos condenados a muerte. De ellos, unos 100 han “sido sometidos a los procedimientos pertinentes” para ser ejecutados, y permanecen recluidos indefinidamente en condiciones duras.
“Aunque resulta positivo que el gobierno se muestre más transparente sobre su uso de la pena capital, conmociona saber que hay hasta 500 personas condenadas a muerte”, ha manifestado Janice Beanland.
Según testimonios de ex reclusos y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, los condenados a muerte de Vietnam son denominados “fantasmas vivientes” y están recluidos en celdas estrechas donde permanecen encarcelados a literas de cemento.
Desde enero de 2012, Amnistía Internacional ha tenido constancia de al menos 70 nuevas condenas de muerte. Según declaraciones de autoridades gubernamentales a los medios de comunicación estatales, cada año se dicta un centenar de condenas de muerte.
Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos, sin excepciones, independientemente de la naturaleza o las circunstancias del crimen, de la culpabilidad, inocencia u otras características del condenado, o del método utilizado por el Estado para llevar a cabo la ejecución.
“El volver al fusilamiento no aborda en modo alguno los problemas subyacentes a la aplicación de la pena capital en Vietnam, incluida su imposición tras juicios injustos”, ha manifestado Janice Beanland.