Jordania debe tomar medidas inmediatamente para atender a hasta 12.000 personas refugiadas a quienes se ha negado la entrada en el país y luchan por sobrevivir en condiciones desesperadas de frío extremo en "tierra de nadie", en el lado jordano de la frontera con Siria, ha declarado hoy Amnistía Internacional. Entre estas personas hay mujeres embarazadas, niños y niñas de corta edad, personas ancianas y otras que padecen enfermedades graves. Los testimonios de refugiados sirios y de personal de la ayuda humanitaria recabados en Jordania durante un reciente viaje de investigación a este país indican que en las últimas semanas llegan a diario centenares de refugiados a los que las autoridades jordanas niegan el acceso. El análisis de las imágenes de satélite confirma también que el número de personas refugiadas que llega a la frontera ha aumentado en los últimos meses. “Mientras continúe el conflicto en Siria, es fundamental que Jordania y los demás países vecinos de Siria mantengan sus fronteras abiertas para quienes huyen del derramamiento de sangre y la persecución. Al negar un refugio a los civiles que buscan la seguridad en su territorio, las autoridades jordanas están alimentando un desastre humanitario en sus propias puertas", afirmó Sherif Elsayed-Ali, responsable del Equipo sobre Derechos de las Personas Refugiadas y Migrantes en Amnistía Internacional. “Miles de personas han arriesgado su vida para hacer el penoso viaje a través de una Siria destrozada por la guerra sólo para llegar a la frontera con Jordania y encontrarse con que se las rechaza cruelmente y se las abandona en un limbo a tiro de piedra del refugio." El 8 de diciembre, el ACNUR anunció que la cifra de personas refugiadas en la frontera se había incrementado abruptamente desde primeros de noviembre, pasando de 4.000 a 12.000 personas tras la reciente intensificación del conflicto en Siria. Las autoridades no han dado ninguna razón oficial de su negativa a recibir a los refugiados. Desde 2011, Jordania ha dado refugio a más de 632.000 sirios, pero su política de permitir la entrada a quienes huyen del conflicto se ha vuelto cada vez más restrictiva. Jordania es uno de los cinco países de la región que albergan al 95 por ciento de los refugiados procedentes de Siria y tiene dificultades para hacer frente a la tensión añadida que representan estas llegadas. Los donantes internacionales sólo han cubierto el 52 por ciento de los fondos humanitarios que necesita Jordania para atender a las personas refugiadas, y las autoridades piden a la comunidad internacional que aumente sustancialmente sus compromisos. En 2012, Jordania aumentó las restricciones tanto en los pasos fronterizos oficiales como en los informales, y desde mediados de 2013 la mayor parte de sus fronteras permanece cerrada para la mayoría de quienes buscan refugio procedentes de Siria, salvo pocas excepciones para casos especialmente vulnerables. En julio de 2014, Jordania aumentó aún más las restricciones para los sirios que intentaban entrar por sus pasos fronterizos orientales. Desde entonces, hay indicios que apuntan a un aumento del número de sirios abandonados a su suerte en la frontera, en una "tierra de nadie" situada al norte de la berm, el muro de arena levantado para señalar el límite de la frontera entre Jordania y Siria junto a los pasos de Rukban y Hadalat. Algunos refugiados se han visto obligados a esperar hasta tres meses antes de que se les permitiera entrar en Jordania, mientras que otros son rechazados. Algunos han decidido volver a Siria después de esperar varias semanas en condiciones terribles. Luchar por sobrevivir en pésimas condiciones Desde que en julio de 2014 comenzó a aumentar el número de personas refugiadas en la zona fronteriza, las autoridades han restringido el acceso a ella a las organizaciones internacionales. Los datos recabados por Amnistía Internacional indican que los refugiados que esperan cruzar la frontera viven en condiciones terribles. Durante el invierno, las temperaturas en esta región desértica pueden ser inferiores a cero grados centígrados. Los refugiados abandonados a su suerte viven en refugios improvisados con suministros cada vez más escasos y se preparan para sufrir más privaciones a medida que se aproximan los meses más fríos del invierno. Su acceso a alimentos, agua, mantas y suministros médicos proporcionados por las agencias internacionales de ayuda humanitaria es limitado. Warde, una mujer siria de unos sesenta y cinco años, sólo pudo entrar en Jordania en julio de 2015 después de que uno de los guardias de fronteras sintiera lástima de ella. Llevaba en tierra de nadie un mes, y junto con alrededor de 2.000 personas, dependía de lo que repartían las agencias internacionales de ayuda humanitaria para comprar comida y otros artículos, y sobrevivía con una exigua comida al día. “Estábamos en la arena [...] era terrible [...] Construimos nuestras propias tiendas con nuestras mantas, las unimos cosiéndolas [...] para protegernos del sol y del viento", dijo describiendo las terribles condiciones. “Algunos niños y mujeres murieron mientras esperaban y fueron enterrados allí. Otros volvieron a Siria [...] Cuando le dije a un soldado [jordano]: 'soy una mujer anciana y voy a morir aquí', dijo: 'allí hay una pala, podemos cavar tu tumba'." El aumento del número de sirios que llegan a las fronteras jordanas en los últimos meses es consecuencia de la intensificación de las hostilidades en Siria, combinada con el hecho de que los otros dos países vecinos de Siria que han recibido un número considerable de sirios —Líbano y Turquía— también han cerrado efectivamente sus fronteras para estos refugiados. “Es evidente que Jordania y otros países de la región están sufriendo una tensión increíble debido a la llegada de refugiados. Sin embargo, las autoridades jordanas no pueden quedarse mirando cómo miles de refugiados luchan desesperadamente por su vida en el frío extremo, sin apenas acceso a comida, agua potable o ropa de invierno y alojamiento”, dijo Sherif Elsayed-Ali. Las autoridades jordanas deben levantar las restricciones a las organizaciones internacionales que tratan de proporcionar ayuda a los refugiados que quieren entrar en Jordania. Nada justifica dejar durante semanas o meses a los refugiados abandonados a su suerte en la frontera. En la actualidad, el campo de refugiados de Azraq, en el este de Jordania, no está a plena capacidad, y hay otros tres campos de tránsito con espacio para albergar más refugiados. Además, se debe apoyar a las comunidades anfitrionas de las zonas urbanas para que puedan recibir a los refugiados que deseen vivir en dichas zonas. “La comunidad internacional debe también hacer mucho más para ayudar a apoyar a Jordania y compartir la responsabilidad de abordar esta crisis”, añadió Sherif Elsayed-Ali. Es urgente que la comunidad internacional aumente su compromiso con la ayuda humanitaria y con la asistencia económica a Jordania, así como reasentando a un mayor número de personas refugiadas procedentes de Siria. Datos de las imágenes de satélite El 8 de diciembre de 2015, Human Rights Watch publicó imágenes de satélite tomadas el 5 de diciembre en las que se ven más de 1.450 refugios improvisados en el paso fronterizo de Rukban. El análisis realizado por Amnistía Internacional de imágenes de satélite anteriores del paso fronterizo de Rukban muestra 705 refugios el 24 de septiembre, frente a los 175 que aparecen en el análisis de imágenes realizado por Human Rights Watch en el mismo paso fronterizo el 20 de abril de 2015. Antes de esa fecha, el 3 de noviembre de 2014, el análisis de imágenes llevado a cabo por la ONU mostraba 155 estructuras, mientras que en julio del mismo año había 90. El análisis de las imágenes de satélite del paso fronterizo de Hadalat muestra asimismo un aumento del número de refugios presentes. Las imágenes obtenidas por Amnistía Internacional del 15 de octubre muestran 92 refugios, frente a los 70 que aparecen en las imágenes analizadas por la ONU del 21 de abril. Los refugios están hechos sobre todo con mantas, lonas alquitranadas y otros materiales. Según los trabajadores de las organizaciones humanitarias y los refugiados que han cruzado la frontera, cada uno de estos refugios improvisados alberga a seis personas o más, a veces hasta 20, entre ellas muchos menores. Amnistía Internacional cree que debe considerarse que cualquier persona procedente de Siria que solicite asilo necesita protección internacional debido a los abusos generalizados contra los derechos humanos que se están cometiendo en el conflicto, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad incluidos. Cerrar la frontera a quienes necesitan asilo constituye una violación del principio de no devolución: la obligación de no devolver a ninguna persona a una situación en la que correría el riesgo de sufrir persecución o abusos contra los derechos humanos internacionales.
Jordania: Riesgo de desastre humanitario con 12.000 refugiados procedentes de Siria abandonados a su suerte en "tierra de nadie"
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