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Irán: Nuevos indicios del terrible trato que reciben unas defensoras de los derechos humanos en la cárcel de Shahr-e Rey

Dos defensoras de los derechos humanos encarceladas por defender los derechos de las mujeres y oponerse a la pena de muerte están siendo sometidas a malos tratos cada vez mayores en la cárcel de Shahr-e Rey, una antigua granja avícola industrial situada en Varamin, localidad de las afueras de Teherán, según ha revelado Amnistía Internacional. La organización pide que estas mujeres queden de inmediato en libertad sin condiciones. Atena Daemi y Golrokh Ebrahimi Iraee están recluidas en condiciones insalubres en el área de cuarentena de la cárcel, y tienen gravemente restringido su acceso al mundo exterior. Las personas detenidas en esta área reciben alimentos de mala calidad y agua salina para beber. Golrokh Ebrahimi Iraee, que lleva 35 días en huelga de hambre, está en muy mal estado de salud. Hace una semana que comenzaron a alimentarla por vía intravenosa sin su consentimiento, y a veces es incapaz de moverse. Sufre intensos calambres musculares, que el médico de la cárcel ha confirmado que son consecuencia de la huelga de hambre. “Nos alarman mucho las informaciones recibidas desde la cárcel de Shahr-e Rey sobre el agravamiento de los malos tratos infligidos a Golrokh y Atena. Al parecer, ahora las autoridades iraníes están sometiendo deliberadamente a estas mujeres, que nunca deberían haber sido encarceladas, a trato cruel, inhumano y degradante por su activismo declarado y su constante labor —incluso tras las rejas— en favor de los derechos humanos”, ha afirmado Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África. Su abogado ha presentado una denuncia oficial ante la fiscalía de Teherán, argumentando que el traslado de las activistas a la cárcel de Shahr-e Rey es ilegal en virtud de la normativa de clasificación de los reclusos, y pone a Atena y Golrokh en una situación de considerable peligro, pues se trata de una cárcel que se utiliza para encarcelar a mujeres condenadas por delitos violentos graves, con una gran incidencia de violencia, problemas de salud mental y autolesiones entre las presas. El fiscal y el fiscal asociado de la cárcel han afirmado que el traslado se llevó a cabo por orden suya y que “no les importa” si fue legal o ilegal. Hasta ahora se han negado a responder directamente a la denuncia. El fiscal asociado de la cárcel ha afirmado que las mujeres cumplirán el resto de sus penas en la cárcel de Shahr-e Rey. Atena Daemi cumple una pena de siete años de prisión únicamente por su activismo pacífico de derechos humanos, acusada entre otras cosas de distribuir folletos contra la pena de muerte y realizar publicaciones en Facebook y Twitter en las que criticaba el historial de ejecuciones de Irán. Golrokh Ebrahimi Iraee cumple una pena de tres años de prisión por escribir una historia de ficción, no publicada, sobre la práctica de ejecutar a mujeres por lapidación por adulterio. “Las penas impuestas a Atena y Golrokh parecen increíbles. Las autoridades iraníes deben ponerlas en libertad de manera inmediata e incondicional. En vez de castigar a quienes dedican su vida a la causa de los derechos humanos en Irán, las autoridades deberían empezar a trabajar para garantizar que los defensores y defensoras de los derechos humanos puedan desempeñar su labor en un ambiente seguro y sin temor a represalias”, ha dicho Philip Luther. En las últimas semanas, tanto a Atena Daemi como a Golrokh Ebrahimi Iraee se les ha prohibido en general el uso del teléfono, incluso para mantenerse en contacto con sus familias. Sólo les dejan hacer una llamada a la semana y bajo la supervisión de una funcionaria de prisiones. Se ha prohibido a las demás reclusas que se relacionen o hablen con ellas. Tres internas condenadas a muerte las siguen incluso cuando van al aseo y a la ducha, al parecer para intimidarlas por orden de las autoridades de la prisión. Las defensoras de los derechos humanos han informado de que siguen con la misma ropa que llevaban cuando llegaron a la cárcel, hace más de un mes. A sus familiares les han impedido que les proporcionen ropa limpia. Según informes generalizados e información proporcionada a Amnistía Internacional, las condiciones en la cárcel de Shahr-e Rey son terribles, muy por debajo de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos. Las presas han denunciado manchas de orina en los suelos, suciedad en las duchas y aseos, falta de camas y alta incidencia de enfermedades contagiosas. Se han quejado también de la mala calidad de la comida, en la que hay piedras, y del agua, que es salada y no potable.

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