Las dos condenas a muerte impuestas hoy en Bielorrusia han sido resultado de un juicio que incumplió las normas internacionales de imparcialidad procesal, ha declarado Amnistía Internacional. Dzmitry Kanavalau fue declarado culpable de cometer atentados terroristas y producir explosivos, y Uladzslau Kavalyou, de ayudarle y no informar a las autoridades. “Nos preocupa enormemente que tanto Dzmitry Kanavalau como Uladzslau Kavalyou fueran sometidos a malos tratos para obligarles a confesar y que este juicio no resistiría un examen internacional”, ha declarado John Dalhusien, director adjunto del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional. “Bielorrusia tiene un sistema de justicia viciado y suele desacatar abiertamente las normas internacionales de imparcialidad procesal, lo que aumenta el riesgo de que se cometan errores judiciales y de que se ejecute a personas inocentes.” Durante el juicio, Uladzslau Kavalyou se retractó de su confesión, que según afirma fue obtenida bajo presión. Dijo que durante el interrogatorio oyó gritar a Dzmitry Kanavalau y pensó que él sería el siguiente en ser torturado. Su madre ha denunciado que ambos hombres recibieron palizas durante el interrogatorio. Según informes, hubo que llamar a una ambulancia durante el interrogatorio de Dzmitry Kanavalau debido a los malos tratos que había sufrido. Los hombres fueron detenidos el 12 de abril, al día siguiente de una explosión en Minsk en la que murieron 15 personas y cientos resultaron heridas. En violación del derecho a la presunción de inocencia, la mañana del 13 de abril, el presidente Alexander Lukashenko declaró que se había detenido a dos hombres que se habían confesado autores del atentado, así como de otros atentados con bomba cometidos con anterioridad en Bielorrusia. En realidad, Dzmitry Kanavalau y Uladzslau Kavalyou fueron interrogados ese día, pero más tarde. “La pena de muerte es irrevocable y nos oponemos a su uso en todos los casos. El presidente Lukashenka debe declarar inmediatamente una moratoria de esta pena y unirse al creciente número de países que han abandonado este brutal castigo —añadió John Dalhuisen—. La pena de muerte es el castigo cruel, inhumano y degradante por excelencia. Bielorrusia sigue siendo el único país de Europa y de la ex Unión Soviética que sigue llevando a cabo ejecuciones.
Dos hombres condenados a muerte
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