Existe un temor cada profundo vez más por la suerte que ha podido correr un destacado fotógrafo y periodista chino del que no se ha vuelto a saber nada desde que la policía de seguridad lo detuvo, según los informes, en su casa de Pekín a finales del mes pasado. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional. Du Bin es un fotógrafo y realizador de documentales que ha realizado un amplio trabajo –incluido un documental realizado recientemente– para desvelar la tortura y los malos tratos que se infligen en los campos de reeducación por el trabajo chinos. También ha trabajado como fotógrafo freelance para el New York Times y, a finales de mayo, publicó un libro, La masacre de Tiananmen, sobre la violenta represión militar ejercida contra los manifestantes pacíficos congregados en Pekín en junio de 1989 en favor de la democracia. “El momento en que se ha producido la detención de Du Bin deja poco lugar a dudas sobre el hecho de que las autoridades chinas están atacando a este fotógrafo por su valerosa labor de exponer los abusos contra los derechos humanos que se cometen en el país”, ha manifestado Catherine Baber, directora del Programa para Asia de Amnistía Internacional. “Han pasado ya más de dos semanas y ni su familia ni su abogado han podido reunirse con él ni saber cómo se encuentra, lo cual suscita dudas muy serias sobre las intenciones de las autoridades.” Amnistía Internacional ha sabido que, al atardecer del 31 de mayo, 10 agentes de los servicios de seguridad nacionales vestidos de civil llegaron a la casa de Du Bin en Pekín y lo detuvieron; además, se llevaron sus libros y su ordenador. Desde entonces no se ha vuelto a saber nada de él, y las autoridades no han notificado oficialmente la detención. Normalmente, cuando una persona es detenida, hay que informar a los familiares sin demora. Según el New York Times, unos amigos que visitaron la casa de Du Bin tras su detención encontraron dos copias de una orden judicial sin firmar fechada el 1 de junio. Al parecer, se había emitido por “alterar el orden en un lugar público”, un delito menor por el que las autoridades chinas suelen mantener a la persona en cuestión recluida en detención administrativa durante un máximo de 15 días. “A Du Bin se le ha negado el acceso a su familia y su abogado, lo que lo pone en especial peligro de sufrir violaciones adicionales de derechos humanos, entre ellas tortura y otros malos tratos”, ha manifestado Catherine Baber. El campo de Masanjia Algunos amigos de Du Bin han dicho a Amnistía Internacional y a medios de comunicación que creen que las autoridades chinas se han enfurecido por su reciente documental, Above the Ghosts’ Heads: The Women of Masanjia Labour Camp (resumen en español aquí), en el que expone la tortura y otros abusos infligidos en ese campo de trabajo. Masanjia, situado en la provincia de Liaoning, en el noreste de China, es un amplio y desperdigado campo de reeducación por el trabajo que, según se cree, alberga a miles de hombres y mujeres, entre ellos numerosos seguidores de Falun Gong y otras personas detenidas por sus críticas a las autoridades chinas. Las personas allí recluidas permanecen detenidas sin cargos ni juicio, en ocasiones durante hasta cuatro años. El documental de Du Bin, de una hora de duración –que se ha proyectado al menos una vez en Hong Kong y se publicó en la web a principios de mayo– difunde testimonios de mujeres detenidas en el campo de Masanjia que hablan sobre las torturas constantes en el interior del campo. Vino precedido de otro estremecedor artículo de denuncia publicado en abril –en la revista china Lente– en el que una ex detenida de Masanjia había conseguido sacar clandestinamente el diario de su compañera de reclusión Liu Hua, que describía con todo detalle la tortura casi diaria a la que eran sometidas muchas de las personas recluidas en el campo. Cuando los censores chinos se enteraron de la existencia del artículo, rápidamente lo eliminaron, pero no antes de que llamara la atención de los medios de comunicación sobre los abusos que se están cometiendo en Masanjia. El artículo incluía una enumeración de los métodos de tortura utilizados por las autoridades del campo contra las personas detenidas: prácticas tales como golpearlas en la cara con picanas eléctricas, colgarlas por los brazos, o encadenarlas a asientos o camas en dolorosas posturas contorsionadas durante horas. “Cada vez surgen más informes sobre el peligro constante de tortura y otros malos tratos que corren decenas de miles de personas detenidas en campos de reeducación por el trabajo como Masanjia”, ha manifestado Catherine Baber. “Como estamos empezando a ver, los censores del Estado no pueden ocultar la verdad eternamente, por lo que las autoridades chinas deben dedicar sus esfuerzos a eliminar este sistema ilegal e inhumano de reeducación por el trabajo.”
Detenido un fotógrafo que ha expuesto los abusos en los campos de trabajo
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