La primera vez que oímos hablar del coronavirus nos sonó como algo lejano. Una especie de gripe que no iba a llegar muy lejos, incluso con las primeras cifras copando titulares. Pero lo que parecía un brote pasajero, comenzó a propagarse, a abrir telediarios, a extenderse. A convertirse en un grave problema a nivel mundial. Lo que no era nada con el paso del tiempo… se convirtió en TODO.
Desde hace muchas semanas no se habla de otra cosa, ni se trabaja en otra dirección. Todo el mundo es consciente de que la prioridad máxima es controlar la pandemia y evitar escenarios que nadie quiere imaginar. Y en ese orden de cosas queremos sumar. Queremos aportar nuestras recomendaciones y recordar que los derechos humanos son la base de todo y deben impregnar las decisiones que se tomen. Esas... tan difíciles de afrontar.
“Si los derechos humanos están en la base de las medidas a tomar, protegeremos también a las personas más vulnerables de la sociedad, a las que menos peso tienen y las que menos pueden presionar”
Amnistía Internacional
La apuesta son los derechos humanos
Apostar por un camino y no equivocarse, encontrar el equilibrio en escenarios tan complejos es necesario. Combatir esta pandemia significa apostar por los derechos humanos. Ponerlos al frente con medidas que los avalen. Evitar incidentes de xenofobia y estigmatización, por ejemplo. Poner la sanidad y cuidados al servicio de todas las personas sin discriminación. Proteger a las mujeres, que son quienes tienen a más menores y personas mayores a su cargo. Amparar a quienes estén en riesgo de pobreza o sufran una pérdida de trabajo o salario. Ayudar a las personas con discapacidad. Cuidar a los mayores que viven solos y atender a los distintos grupos de personas marginadas como los migrantes en situación irregular.
“Los servicios de atención médica, incluido el acceso al diagnóstico y tratamiento, deben estar disponibles para todas las personas sin discriminación”
Amnistía Internacional
Una escuela cerrada en Rivas Vaciamadrid, España, el miércoles 11 de marzo de 2020 tras la decisión del gobierno de cerrar escuelas infantiles, colegios y universidades. @ Foto AP / Manu Fernández
El Estado debe proteger a la ciudadanía y las medidas de contención y prevención que implementen deben ser necesarias y proporcionales al riesgo evaluado. El cierre de escuelas infantiles, colegios y universidades. La interrupción del comercio o los viajes internacionales. La suspensión de actividades culturales y deportivas, el aislamiento o cuarentena de lugares y otras medidas orientadas a combatir la expansión del COVID-19 deben ser de duración limitada y sujetas a revisión periódica. Deben ser legítimas y necesarias.
Los Estados también deben mostrar su compromiso y compartir información sobre buenas prácticas y avances para frenar la difusión del coronavirus y su repercusión en la vida de las personas. La información que la ciudadanía obtenga de ellos debe ser clara y transparente.
En el plano de la salud, combatir el brote significa garantizar que todas las personas tienen acceso al diagnóstico y tratamiento, y que nadie permanece sin atención sanitaria. Pero también significa que la sociedad pone sobre la mesa su lado más humano y generoso, respetando y amparando a los colectivos más débiles y excluidos.
Es en este momento cuando la cooperación internacional y la solidaridad son cruciales. Todos los países que pueden responder deberán hacerlo lo más rápido posible, respetando los derechos humanos y teniendo en cuenta las necesidades particulares de los grupos más marginados y vulnerables de la sociedad.
Estamos en medio de la batalla pero sabemos lo que combatimos y cómo detectarlo. En el lugar originario del brote el número de personas diagnosticadas disminuye cada día y hay datos que demuestran que un amplio porcentaje de los casos son leves y que solo una pequeña parte es mortal. Las personas se curan.
Y eso es lo que queremos. Combatirlo y ponerle freno. Superarlo con el tratamiento médico adecuado y dotar a esas medidas imprescindibles de humanidad. Queremos un mundo sano sin dejar de ser, por ello, un mundo más humano. Un mundo mejor.