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Manifestación en Colombo, Srilanka, condenando la ejecución en Arabia Saudí de una trabajadora doméstica srilankesa, que fue acusada de matar al bebé que cuidaba. Era menor en el momento en que se cometió el crimen. Siempre negó que ella fuera la autora. © AP Photo/Eranga Jayawardena

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La pena de muerte en Arabia Saudí, uno de los países ejecutores más prolíficos del mundo

(Actualizado en diciembre de 2015),
Datos y cifras

Figura entre los tres mayores ejecutores del mundo, superado sólo por China e Irán.

Al menos 151 personas han sido ejecutadas entre enero y noviembre de 2015.

Las ejecuciones por delitos relacionados con drogas pasaron de apenas el 4% en 2010 y 2011 al 28% en 2012 y al 32% en 2013. En 2014 y hasta junio de 2015, el porcentaje se había incrementado hasta el 47%.

La decapitación es el método de ejecución más extendido en Arabia Saudí, pero también se llevan a cabo ejecuciones por pelotón de fusilamiento.

Las ejecuciones públicas normalmente se realizan en la plaza pública de una ciudad o localidad.

Los acusados pueden ser declarados culpables sin más pruebas que “confesiones”obtenidas con tortura u otros malos tratos, o mediante engaño.

Delitos no letales como el “adulterio”, robo a mano armada, “apostasía”, delitos de drogas, violación, “brujería” y “hechicería” son punibles con la muerte.

Se ejecuta a personas que presuntamente eran menores de edad en el momento del delito por el que han sido condenadas, en flagrante incumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU.

Tampoco se libran de ser condenadas a muerte personas con discapacidad mental.
En Arabia Saudí son cientos las personas condenadas a muerte tras ser declaradas culpables en juicios sin garantías que atentan contra las normas internacionales.

Entre agosto de 2014 y junio de 2015, al menos 175 personas fueron ejecutadas, un promedio de una persona cada dos días; y 151, de enero a noviembre de este año. Casi la mitad de las personas que han sido ejecutadas desde 1985 eran nacionales extranjeros a quienes se les negó una asistencia adecuada en materia de traducción durante el juicio y se les obligó a firmar documentos –incluidas confesiones– que no comprendían.

La mayoría de las ejecuciones en Arabia Saudí se llevan a cabo por decapitación o, en algunos casos, por fusilamiento. Algunas de ellas se practican en público y los cuerpos y las cabezas cortadas se exhiben después. Estos ajusticiamientos no se notifican siempre a la familia de los condenados a muerte, que acaban enterándose de la suerte de sus seres queridos cuando ya han sido ejecutados y, a veces, por informaciones difundidas en los medios.

Un sistema de justicia defectuoso

El sistema de justicia de Arabia Saudí, basado en la sharia, carece de código penal, lo que deja la definición de los delitos y las penas en un terreno impreciso y susceptible de interpretaciones. El sistema también concede a los jueces atribuciones para imponer condenas a su discreción, lo que da lugar a amplias discrepancias y, en algunos casos, a sentencias arbitrarias. Para ciertos delitos punibles en virtud de tai’zir (penas discrecionales), la sola sospecha es suficiente para que un juez recurra a la pena de muerte a tenor de la gravedad del delito o del carácter del delincuente.

El sistema de justicia, además, también carece de las precauciones más básicas para garantizar el derecho a un juicio justo. En muchos casos, las condenas se imponen después de procedimientos injustos y sumarios que, en ocasiones, se desarrollan en secreto. A los acusados se les niega con frecuencia el acceso a un abogado, o se les declara culpables sobre la base de “confesiones” obtenidas mediante tortura u otros malos tratos. También se les niega el derecho a una apelación adecuada y  completa.

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