En un día histórico, el Senado de Chile ha aprobado el proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres circunstancias: cuando el embarazo es el resultado de violación o incesto, cuando la vida de la mujer está en peligro o cuando se tenga un diagnóstico de inviabilidad del feto.
El proyecto de ley todavía tiene que ser revisado por la Cámara de Diputados, pero si se aprueba, el texto será promulgado y Chile saldrá de la lista de los países del mundo que mantienen una prohibición legal absoluta del aborto.Según el Ministerio de Salud, en Chile más de 33.000 mujeres al año ingresan en los hospitales por motivos relacionados con abortos; en muchos casos los problemas surgen por abortos inseguros. De ellas, más de una décima parte (3.600) son niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años de edad. No obstante, es probable que la cifra real sea muy superior. Tania (nombre ficticio) tenía 31 años y era madre de tres hijos de corta edad cuando se quedó embarazada en medio de un tratamiento contra el cáncer. La continuación de su embarazo habría puesto su vida en peligro, ya que la habría obligado a suspender el tratamiento. El médico que la trataba le advirtió que, si se sometía a un aborto, tendría que denunciarla. Tania decidió abortar en una clínica privada, donde el procedimiento se registró como una operación ginecológica.Tania contó a Amnistía Internacional: “Ellos nunca me vieron como una persona, como un ser integral. A mí me vieron como una incubadora, alguien que puede traer hijos a este mundo. Y después no importa si yo lo voy a criar o no, si me voy a morir, si va a pasar hambre, a ellos no les importa. Ellos nos ven como incubadoras. Como aparatos, como aparatos reproductivos”.René Castro, médico obstetra, describió otro caso de una mujer que tuvo que llevar su embarazo hasta el final pese a saber que el niño moriría en las primeras 24 horas, ya que sufría una malformación mortal. “[M]me contaba el dolor que para ella fue tener que esperar los nueve meses para sacar a su hijo sabiendo que se iba a morir en las primeras 24 horas, como efectivamente ocurrió, y lo que es peor, que además no tuvo ni siquiera algún grado de acompañamiento emocional para protegerla al menos de este impacto”, contó el Dr. Castro. Carolina es una chilena que tuvo un aborto tras un embarazo ectópico. Tenía 26 años cuando llegó a una clínica de Santiago por fuertes dolores y vómitos, no sabía que estaba embarazada. Cuando estaba asimilando su situación, el doctor le dijo que tenía un embarazo ectópico y que su vida corría peligro. A Carolina la internaron en Maternidad, pero tuvo que esperar a que estuviera realmente al borde de perder la vida para que la pudieran intervenir. En Chile interrumpir un embarazo que pone en riesgo la vida de la mujer es igualmente delito. Carolina tras este procedimiento perdió una trompa de Falopio y aún hoy no sabe si podrá ser madre.“Chile se está alejando al fin del pequeño número de países que todavía exponen a mujeres y a niñas a un terrible sufrimiento a causa de leyes y políticas draconianas que violan su derecho humano a tomar decisiones con libertad sobre sus propios cuerpos, salud y vidas.”
Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional
Está ahora en las manos de los diputados chilenos asegurarse que el proyecto se convierta en ley y que permita, en la práctica, que las mujeres puedan acceder a servicio de aborto sin restricciones indebidas, sin discriminación y sin ser castigadas por el mero hecho de ser mujeres. La Cámara de Diputados de Chile tiene una oportunidad histórica de poner al país del lado correcto de los derechos humanos.“Este voto (...) es histórico en Chile, y es testamento del incansable trabajo de activistas (...) para asegurar que el país respeta y protege los derechos de las mujeres.”Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional