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Pantallazo del vídeo que cuenta la historia de M.Z.

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Cuando tu familia está perdida en un agujero negro

Por Carmen López (@lacarmenlolo), responsable de Medios en Amnistía Internacional,

Cuando M.Z. tenía 11 años, descubrió que era adoptada. Tiempo después, buscando documentación, encontró que en su partida de nacimiento aparecía como hija biológica de su madre adoptiva, algo imposible porque era estéril.

En ese momento empezaron las preguntas, pero siguen sin llegar respuestas. ¿Quién es mi madre? ¿Qué pasó? ¿Por qué aparezco como hija biológica de mis padres adoptivos? ¿Qué hay detrás de todo eso? ¿Quién lo permitió? La búsqueda de información no dio respuestas y el caso se archivó, pero el impacto en su vida y en la de su familia sigue produciéndose.


Este no saber y este dolor continuo sobrepasa, y a veces hay que parar para afrontar los problemas de salud que esta angustia genera para proteger a la familia, es decir, a los hijos. Porque también sobre los hijos e hijas de quienes buscan, recae este dolor. Así lo contó la hija de M.Z., de 17 años, en el Parlamento Vasco en 2017.

"Durante varios años, he visto a mi madre trabajar intentando encontrar su identidad, llegando incluso a dejarnos de lado a causa de la desesperación. Hoy ha llegado a encontrar algunos parientes lejanos y una de sus primas. Todo ello gracias al empeño que ha puesto en encontrar a su familia.

A pesar de todo lo que ha tenido que pasar y todo lo que ha construido, ha recibido unas cuantas carcajadas y varios gestos de desprecio y humillación de parte de los implicados en el crimen, además de Ustedes.

Cuando hablo con mis amigos sobre las celebraciones, así como las navidades o cumpleaños, no dejan de sorprenderse al descubrir la inmensa familia que tienen, comparado con el agujero negro que poseemos mi hermano y yo. Pero eso ya no es así. Actualmente hemos encontrado a una minoría de ellos gracias al esfuerzo de mi madre.

He de decir que mientras se escuchaban meras risas en los hospitales, ella no se rindió y luchó como lo hace cada día.

Hoy mi voz será escuchada en el Parlamento Vasco y quiero utilizar esta oportunidad que me ha sido otorgada para transmitir un mensaje: ‘Hemos sido humillados, pisoteados y utilizados; pero a pesar de ello, hemos seguido adelante, levantándonos cada vez que nos derriban, Y, ahora, ese esfuerzo ha comenzado a dar sus frutos.

Solo pido que os deis cuenta, de que por mucho que os tapéis los ojos con las manos, el problema no va a desaparecer. Por lo que no miréis hacia otro lado, sino echadnos una mano para que todo el sudor no haya sido en vano y logremos que la verdad salga a la luz, con el fin de que aquellos que han hecho sufrir a tantas familias paguen por sus pecados".

Durante más de 50 años, desde el final de la Guerra Civil hasta entrada la década de los 90, miles de personas pudieron ser objeto de desaparición forzada en el momento de nacer, al separarlos de sus familias biológicas y al sustituir sus identidades de manera irregular

Durante más de 50 años, desde el final de la Guerra Civil hasta entrada la década de los 90, miles de personas pudieron ser objeto de desaparición forzada en el momento de nacer, al separarlos de sus familias biológicas y al sustituir sus identidades de manera irregular con la participación, la tolerancia y la aquiescencia de agentes del Estado. Estamos hablando de los que son conocidos como "bebés robados" en España.

Son muchas las personas que, como M.Z., desconocen quiénes son, quiénes fueron sus padres biológicos, dónde nacieron. Se trata de personas que tienen dudas legítimas de que podrían haber sido separadas de forma irregular de su familia biológica en el momento de nacer, personas a las que se les cambió su identidad, se vulneró su derecho a la protección de la vida familiar, se alteró su nombre, y se les podría haber separado de su madre biológica de manera ilícita.

Décadas después, el Estado sigue sin dar respuesta. Y solo él tiene la obligación con estos hijos e hijas de ayudarles a encontrar la verdad, de devolverles su identidad, de darles la oportunidad de reencontrarse con sus familias, de conocerse. Es hora de no volver a mirar hacia otro lado.

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