Un mes antes del primer aniversario de la anexión rusa de Crimea, hasta entonces parte de Ucrania, Bogdan Ovcharuk, encargado de prensa de Amnistía Internacional Ucrania, viajó con un equipo de investigación para evaluar sobre el terreno la situación de los derechos humanos. Les interesaba especialmente entrevistarse con personas pertenecientes al pueblo tártaro crimeo, cuyas vidas han cambiado de manera dramática durante el pasado año.
Sentados en una cafetería tártara crimea, situada frente al palacio de justicia de Simferópol, a resguardo del aguanieve, del gélido viento y del cielo plomizo, vemos en la televisión al presentador del principal canal ruso informando sobre las últimas noticias en la Federación Rusa. Es lo normal ahora, y no sorprende, puesto que los canales ucranianos ya no son bien recibidos en Crimea.
Estábamos allí para reunirnos con Elmira Ablyalimova, esposa del activista tártaro crimeo Akhtem Chiygoz, antes de la vista judicial de su caso. Sus familiares y su abogado habían recibido la notificación de la vista tan sólo unas horas antes. A su abogado le resultó imposible llegar a tiempo y Akhtem se vio privado del derecho a la defensa.
“¿Ha podido rezar?”
Akhtem está acusado de organizar revueltas, incitar a la violencia y ocasionar muertes durante el enfrentamiento entre activistas proucranianos (principalmente tártaros crimeos) y prorrusos que tuvo lugar el 26 de febrero de 2014 en las inmediaciones del Consejo Supremo de Crimea.Elmira nos explicó lo que le sucedió el día después de que lo arrestaran. Llamaron a la puerta a primera hora de la mañana. Cuando abrió, 18 hombres armados irrumpieron.
“Se presentaron en nuestra casa a las 7.30 h y exigieron que les dejara entrar. Les pedí que me dieran tiempo para vestirme y me dijeron que tenía dos minutos o dispararían al perro. Al entrar, uno de los agentes preguntó con sorna: ‘¿Ha podido rezar?’”
A Elmira no le permitieron contactar con nadie. Nos contó que mientras registraban la casa se burlaron de ella.
“Me pidieron que acreditara la relación con mi esposo. Les dije que éramos un matrimonio musulmán. Uno de ellos me espetó que él tenía veinte de esos matrimonios. Todos rieron a carcajadas. Acto seguido comenzaron a registrar mis pertenencias. Tengo 40 años y como mujer, como ciudadana y como musulmana jamás me había sentido tan humillada”.
De camino al palacio de justicia se nos unió un nutrido grupo de tártaros crimeos: amigos, parientes y colegas de Akhtem Chiygoz. Pese a haber sido informados de la celebración del juicio con pocas horas de antelación, se habían movilizado rápidamente para mostrar su apoyo.
Cuando llegamos, nos comunicaron que no se nos permitía entrar.
“Es una audiencia pública. ¿Por qué nos niegan la entrada?”, preguntó a un guardia de seguridad un tártaro crimeo de mediana edad.
El agente judicial nos dijo que el tribunal estaba a punto de cerrar y que no quedaban asientos libres.
En la sala, el tribunal resolvió ampliar la prisión preventiva de Akhtem hasta el 19 de mayo.
Elmira nos manifestó, desafiante: “Esta causa sólo se ha abierto contra mi esposo porque es el único dirigente que queda capaz de influir en la opinión pública y unir al pueblo crimeo tártaro. El nuevo gobierno prohibió la entrada a Crimea a dos de nuestros líderes más destacados”.
Personal del canal de televisión tártaro crimeo ATR. Es uno de los pocos medios independientes de Crimea y el único que emite en lengua tártara crimea. © Fuente euromaidanpress.com
Intimidación para coartar la libertad de expresión
Más tarde, visitamos las oficinas del canal de televisión tártaro crimeo ATR, que había sido registrado recientemente por 30 hombres armados y enmascarados.Es uno de los pocos medios de comunicación independientes de Crimea y es el único canal del mundo que emite en lengua tártara crimea.
Lilya Budjurova, empleada del canal, describió lo ocurrido: “Dijeron que querían nuestras imágenes de los sucesos del 26 de febrero de 2014. Les ofrecimos entregarles voluntariamente el material, porque no tenemos ningún secreto. Sin embargo, sostenían que podíamos haberlo escondido y que iban a registrar las instalaciones, los servidores electrónicos y, uno a uno, a todos los miembros del personal”.
“Un hombre se acercó a una mujer y le apuntó con su arma. Por supuesto, no disparó y probablemente tampoco tenía intención de hacerlo, pero quedó claro que el objetivo del registro era amedrentarnos. Querían realizar una demostración de fuerza; tenían que pasearse armados por nuestro territorio”.
Resistencia no violenta
Las desapariciones, las muertes sospechosas, los registros, los arrestos, los hombres armados vestidos con ropa de camuflaje y sin insignia patrullando las calles, y el silenciamiento de los medios de comunicación han sembrado el miedo y la desesperación en la población tártara crimea.Las detenciones y desapariciones de dirigentes comunitarios, el hostigamiento al Mejlis (órgano representativo tártaro) y la prohibición de las reuniones públicas ofrecen pocas esperanzas de que el miedo se disipe pronto.
“El movimiento nacional tártaro crimeo se basa en el principio de la no violencia,” me explicó Elmira.
“Todas las acciones que llevamos a cabo —concentraciones, piquetes y manifestaciones— son no violentas y defienden los derechos de nuestro pueblo. Por desgracia, actualmente ninguna familia tártara se siente segura en Crimea. Así que ahora nuestra tarea principal —nuestra exigencia básica— es poder vivir con seguridad en nuestra tierra y recuperar sin condiciones nuestros derechos en tanto que pueblo indígena de Crimea”.