Desde 2002 se ha condenado a flagelación a 48.000 trabajadores y trabajadoras migrantes por entrar ilegalmente en el país. Más de 35.000 ya han sido azotados. Debemos parar este cruel castigo.
Está acción ha sido cerrada después de saber que las autoridades de Malasia han pospuesto indefinidamente la condena impuesta a
Kartika Sari Dewi Shukarno a recibir seis golpes de vara por haber consumido alcohol.
Amnistía Internacional ha acogido satisfactoriamente esta decisión, al tiempo que ha instado al gobierno de Malasia a suprimir este tipo de penas de forma definitiva.
Kartika se había convertido en la cara visible de decenas de miles de personas que han sufrido castigos de flagelación en Malasia en los últimos años, sin que se les haya prestado la misma atención
Muchas gracias a las más de 12.500 personas que se han sumado con su firma a esta acción, ayudando así a presionar a las autoridades de Malasia.
Desde Amnistía Internacional seguiremos trabajando para que el gobierno de Malasia derogue éste y cualquier otro castigo corporal de su legislación.
Petición original:
El 20 de julio, el Tribunal Superior de la Ley Islámica del Estado malasio de Pahang condenó a Kartika Sari Dewi Shukarno, de 32 años y madre de dos niños, a recibir seis golpes de vara por haber consumido alcohol. Kartika se ha convertido en la cara visible de decenas de miles de personas que han sufrido castigos de flagelación en Malasia en los últimos años, sin que se les haya prestado la misma atención.
La flagelación es una pena común en Malasia entre la población inmigrante. La Ley de Inmigración castiga con hasta seis azotes a las personas que entran en el país de manera irregular. Los latigazos se dan en las nalgas con una vara y normalmente causan heridas y desgarramientos en la piel, dejando cicatrices permanentes.
Desde que en 2002 entró en vigor la reforma de dicha ley, 47.914 migrantes han sido condenados a ser flagelados. Más de 35.000 personas ya han sido sometidas a esta cruel forma de castigo, según los archivos del departamento de prisiones del país, y al resto les espera la misma suerte.
Exige la derogacíon de todas las leyes que permiten la flagelación y otras formas de castigo corporal.