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Una nueva muerte en Guantánamo urge acabar con la detención indefinida

Base naval de Guantánamo © US DoD
La muerte de un ciudadano yemení en su undécimo año bajo custodia sin cargos ni juicio en la base naval militar de Guantánamo confirma la necesidad urgente de que las autoridades estadounidenses resuelvan los casos pendientes de innumerables detenidos y cierren, de una vez por todas, el centro de detención, ha dicho Amnistía Internacional. El lunes, las autoridades militares estadounidenses anunciaron que un detenido había muerto en Guantánamo la tarde del 8 de septiembre, pero no revelaron la identidad ni la nacionalidad del hombre a la espera de confirmación por parte de sus familiares. Desde entonces se ha constatado que el detenido era Adnan Farhan Abdul Latif, un ciudadano yemení que llevaba recluido en la base militar desde enero de 2002. Con él ya son nueve los presos de Guantánamo que han muerto bajo custodia en los últimos diez años desde que las fuerzas militares estadounidenses comenzaran sus operaciones de detención en la base. Amnistía Internacional pide a las autoridades de EE. UU. que resuelvan urgentemente la situación de los 167 hombres que todavía permanecen en Guantánamo, ajustándose en todo caso a las normas internacionales de derechos humanos. “Las fuerzas armadas estadounidenses tienen que poner fin de una vez por todas al vacío de derechos humanos que existe en Guantánamo. Los detenidos deben ser sometidos a juicios justos ante tribunales independientes o deben ser puestos en libertad, y los juicios ante comisiones militares deben desestimarse”, ha expresado Rob Freer, investigador de Amnistía Internacional sobre EE. UU. “Las autoridades estadounidenses deben permitir que se lleve a cabo una investigación sobre la muerte de Adnan Latif que sea completamente independiente y esté dirigida por civiles. Además, deben proporcionar a los familiares información exhaustiva sobre las conclusiones y cualquier otro avance. Hay que custodiar los resultados de la autopsia y la investigación.” Ya se ha iniciado una investigación dirigida por el Servicio de Investigación Criminal Naval para determinar las causas y las circunstancias que rodearon la muerte de Adnan Latif. Según las autoridades militares estadounidenses, de las anteriores ocho muertes en Guantánamo, seis se debieron a suicidios y dos se produjeron por muerte natural. Latif permaneció recluido sin cargos ni juicio casi 11 años, después de que la policía pakistaní lo detuviera cerca de la frontera con Afganistán en diciembre de 2001. Más adelante, ese mismo mes, fue entregado a las autoridades estadounidenses, que lo transfirieron a Guantánamo el 17 de enero de 2002. Latif permaneció recluido en la base naval militar desde entonces.
Durante los diez años que Latif estuvo bajo custodia estadounidense siempre hubo continuos motivos de preocupación sobre su salud mental y física, y, según su abogado, permaneció recluido en régimen de aislamiento la mayor parte del tiempo. Ya había intentado suicidarse en varias ocasiones, incluso cortándose las venas de una muñeca en una reunión con su representación letrada en 2009. Había comentado a sus abogados que en aquellas condiciones “prefería morir que seguir viviendo”. Sufría dolor de espalda crónico y otras afecciones, y las fuerzas militares estadounidenses nunca atendieron sus peticiones de un audífono para mitigar la sordera que padecía en el oído izquierdo desde un accidente de coche en 1994. En julio de 2010, un juez federal de EE. UU. dictaminó que la detención de Adnan Latif era ilegítima, incluso bajo el amparo de la autoridad del gobierno, y que debía ser puesto en libertad. El gobierno de Obama recurrió el fallo y en octubre de 2011 la Corte de Apelación anuló la resolución. En un encuentro con su abogado 11 días después, Adnan Latif dijo: “Estoy condenado a muerte”. En mayo de 2012, Adnan Latif inició una huelga de hambre en protesta por su detención. Las autoridades militares estadounidenses dijeron que abandonó la huelga el 1 de junio de 2012.  Amnistía Internacional insiste en que las familias de los detenidos que han muerto en Guantánamo deben tener acceso a remedios, incluidas indemnizaciones, por las violaciones de derechos humanos a las que sus familiares fueron sometidos durante los años que permanecieron bajo custodia estadounidense: detenciones arbitrarias, tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes.

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